"Haciendo una reforma en la casa, mi madre se encontró con un agujero y lo tapó. Yo no lo supe hasta mucho después. Quise que lo destapara. Ella me indicó que fuera a hablar con el Ayuntamiento. Nadie sabía nada pero muchas personas con las que contacté me indicaron que había muchos otros 'agujeros' en el subsuelo de Palma. Eran los refugios antiaéreos que se construyeron en la Guerra Civil en Palma", cuenta Bartomeu Fiol, un ingeniero de Telecomunicaciones que ha dedicado más de veinte años a estudiar estos "agujeros".

Fruto de su investigación es el libro Els refugis antiaeris de Palma i la defensa passiva a Mallorca durant la Guerra Civil (1936-1939), editado por Lleonard Muntaner.

En Palma caminamos sobre estos túneles que se cuentan por cientos. Unos 600 fueron hechos por particulares y 130 son refugios públicos. Es a éstos a quien Fiol Coll ha dedicado décadas de estudio.

"Palma tiene un valioso patrimonio de estos refugios que hablan de nuestra memoria, donde nuestros abuelos se refugiaron de la guerra, y creo que se deberían dar a conocer en nombre de la memoria histórica. Es una tarea pendiente en Palma", indica el estudioso.

Los refugios públicos contaron con el asesoramiento de destacados ingenieros que obedecieron órdenes para su construcción frente a los bombardeos de la aviación republicana. Ubicados debajo de calles y plazas de la ciudad, sus accesos se hicieron en forma de escaleras con cambios de dirección y en forma de zig zag para evitar que los proyectiles pudiesen alcanzar el interior. Dentro había tubos de ventilación y sistemas de iluminación eléctrica; incluso algunos contaban con baños y bancos laterales para sentarse.

Bartomeu Fiol está convencido de que la mayor parte de estos refugios, que una vez acabada la guerra se taparon y se convirtieron en "los grandes desconocidos" para la población de Palma, "se conservan en buen estado a 8-9 metros del subsuelo de la ciudad". Él lo corrobora en la mayor parte de los refugios que ha visitado en los que ha comprobado que tanto su pavimento como sus paredes están en buen estado. De ahí que sostenga la idea de mostrar al público algunos siguiendo el ejemplo de ciudades como Barcelona.

Ya ha mantenido conversaciones con el Ayuntamiento, pero hasta la fecha no hay nada concreta, más allá de buenas intenciones. Bartomeu Fiol aboga por crear un centro de interpretación de los refugios. Él recomendaría que se abriera alguno con entrada en un edificio público, por ejemplo el que está en la antigua Casa de Socorro, en la plaza de Santa Eulàlia, hoy de Cort.

Entre los refugios públicos más grandes recuerda el del tren. "Hubo una gran red de refugios en Palma a pesar de ponerse tarde, en 1937", indica Fiol. Se cuenta que estos refugios pudieron proteger a 100.000 personas, de una población de 90.000. Tenían sus reglas como no permitir la entrada de animales, ni permitían fumar. Al acabar la guerra, se tapiaron. Cayeron en un olvido que Fiol quiere recordar.