El turismo de excesos y del 'todo vale' está más presente que nunca en el debate público y político. El Arenal se ha convertido, junto a Magaluf, en una de las zonas en el ojo del huracán. La conocida calle del Jamón es el centro neurálgico del desmadre de los turistas en la Playa de Palma. Muchos de los vecinos del barrio están hastiados de la situación, que se repite cada verano y que amenaza con prolongarse también al invierno.

Xevi Molas, psicólogo y activista vecinal que conoce el Arenal desde que nació, administra la página de Facebook 'No eres del Arenal si...' seguida por más de 5.800 personas. En ella, los vecinos comparten fotografías del estado de la zona. Gran parte de las publicaciones denuncian la suciedad de las calles y los desperfectos que provoca el turismo incívico.

Molas explica que, además del turismo de borrachera, hay un "turismo decente" que "le da mil vueltas al otro". Personas que "vienen buscando desconexión, tranquilidad y descanso", pero se encuentran con "bullicio, suciedad, gritos, mal olor y peleas".

Comenta que los han acusado de "turismofobia" debido al activismo vecinal que mantienen algunos residentes, y responde: "Nadie está en contra del turismo. Lo que se busca es un equilibrio sostenible entre el turista y el ciudadano. Que venga quien quiera, pero que no cause desperfectos", aunque puntualiza que no quiere "distinguir entre personas buenas y malas". El problema, explica, es que en su país "les venden que aquí pueden venir a desfasarse, que podrán hacer lo que quieran, sin normas".

Hace poco, mientras estaba bañándose en el mar, pisó una botella de cristal rota con los pies. Y es que la suciedad de la playa es uno de los grandes problemas de la zona, según denuncian los residentes. El pasado domingo, Molas organizó la 'Operación Caballo de Troya Arenaler' junto a un grupo de vecinos que se infiltraron entre los bañistas para dar ejemplo del tipo de turismo que quieren en su playa.

También denuncian la presencia de prostitución callejera y de vendedores ambulantes ilegales, así como del incivismo en el que caen muchos de los turistas, que a menudo causan desperfectos en el mobiliario urbano. El núcleo del desastre, sostiene Molas, se produce desde el balneario cuatro hasta el seis. Alrededor de esta zona, "para los vecinos es un reto dormir por las noches", asegura el activista: "A veces te despiertan a las cuatro de la mañana porque pasan por la calle cantando, gritando y montando jaleo".

La solución, dice, está en manos de los hoteleros, los tour operadores, los empresarios y los políticos. De otro modo, temen que los residentes se verán obligados a huir de su propia casa.

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