Agosto es, por antonomasia, el mes de las vacaciones, el calor y la playa. Muchos eligen la capital balear como destino turístico y, sumado a los palmesanos que ya disfrutan del mar mallorquín durante más tiempo, en esta época del año las playas se llenan a rebosar de gente. Esta es la receta para cocinar el nacimiento de un negocio tras otro, que se instalan en su medio natural como peces en el agua.

En este contexto, la variedad de precios que encuentra uno en los establecimientos del sector turístico es muy grande. En general, se tiende a pensar que la zona costera es cara, pero esto depende del barrio en que nos movamos. No es lo mismo tomar un mojito en Cala Major, rodeado de chalés y bloques de apartamentos turísticos de lujo, que tomarlo en Ciutat Jardí, una barriada más frecuentada por residentes y turistas de una economía más humilde.

En todo caso, los planes veraniegos de playa generan una alta demanda de productos de consumo en la zona costera de Palma, lo que ha provocado una considerable subida de precios a lo largo de los últimos años.

En Cala Major, un bien tan básico como una botella pequeña de agua puede llegar a costar 2,50 euros, y 3 en s'Arenal. Cuanto más nos alejamos de la playa, más se abarata el precio, especialmente en los productos de primera necesidad. Una barra de pan en un supermercado a un par de metros de la playa de Cala Major cuesta 1,20 euros. Un poco más allá, en los colmados de la calle paralela a la playa, el precio de las barras de pan bajan del euro. Pero si no queremos movernos de la arena para pasar un día en la playa con todas las de la ley, mejor preparar la cartera.

Para empezar el día, un desayuno con vistas al mar en Ciutat Jardí cuesta entre siete y 13 euros. Café, zumo, un croissant y tostadas mientras vemos cómo los primeros bañistas empiezan a meterse en el agua. Si nos alejamos de la zona residencial, empieza a notarse el 'precio turista': en las playas de s'Arenal no se desayuna por menos de 10 euros. En uno de los bares cerca de la primera línea de Cala Major, en cambio, es posible desayunar café, sandwich, smoothie, yogur, una pieza de bollería y un trozo de tarta por ocho euros.

Pero lo más importante antes de relajarse bajo el astro rey es la protección solar. En uno de los pocos comercios de Ciutat Jardí, la crema protectora cuesta entre siete y 14 euros. En Cala Major, el precio no baja de 10 euros y no suele subir de 15. Donde más rendimiento sacan a sus cremas de sol es en s'Arenal, pues rondan entre los 15 y los 20 euros.

La protección solar no es suficiente para evitar abrasarse con el sol. Cuando ponen un pie en la arena, los turistas buscan un resquicio de sombra para paliar el calor. Si se tumban en una de las hamacas, pronto se acercará un empleado a comunicarles lo que cuesta relajarse a cubierto. En Ciutat Jardí, una tumbona con sombrilla durante todo el día cuesta 11 euros, a diferencia del Arenal, donde cuesta 18. La sombra de Cala Major es la más cara: 19 euros, aunque el servicio también incluye una taquilla asegurada con un candado donde cabe un pequeño bulto.

A mediodía, la cartera agradece alejarse de la costa, pues comer un menú o un plato combinado con bebida en primera línea suele costar más de 15 euros. Y cuando acaba el día, premiarnos con un refresco, un mojito o una cerveza puede ascender casi al doble.

No es una leyenda: la zona costera es cara. Como en todo, hay que elegir cuánto estamos dispuestos a pagar por una jornada de relax. Ciutat Jardí, un barrio menos turístico y más residencial, ofrece precios más baratos que s'Arenal. Aun así, si el objetivo es pasar un verano de anuncio rodeado de arena, hay que estar dispuesto a que te saquen un ojo de la cara en cualquier negocio de la primera línea.

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