Los caballos que tiraban de los carros de transporte de Onofre Perelló comían algarrobas tras el recorrido que hacían llevando marés desde es Carnatge hasta el antiguo núcleo rural de Son Serra, ubicado junto al actual barrio de la Vileta. La centenaria empresa Hijos de Perelló Vidal, que nació a finales del siglo XIX, continúa transportando material de obra, aunque ahora también traslada algarrobas a la península, no para alimentar a otros equinos, sino "para hacer chocolate y látex de alta precisión con el garrofín", tal como explica Pep Joan Perelló Bennàsar, nieto del primer dueño. Regenta el negocio con su hijo, Pep Perelló Vicens, y recientemente ha recibido un premio de la Federación de Transportes por su trayectoria y dedicación.

Los orígenes constructivos de Son Serra se deben en gran parte al material suministrado por el abuelo de Pep Joan, que "empezó con dos o tres carros suyos y acabó teniendo entre 30 y 40 alquilados para trasladar las piedras desde la cantera" situada en el litoral de Ciutat. Eran más de 10 kilómetros de trayecto a tracción animal, ya que el almacén se encontraba casi en el mismo lugar que hoy en día, en la desaparecida possessió de Son Perelló, de la que solo queda el arco de la entrada, una placa de cerámica con el topónimo y parte del muro. De la finca familiar salía marés, arena, cal, grava y todo lo necesario para las construcciones de los habitantes de Son Serra y las possessions de los alrededores, entre ellas Son Puig, Son Quint y Son Muntaner.

"Durante los primeros años, mi abuelo y mi padre trabajaron para las casas de muchos nobles", en palabras de la tercera generación de los Perelló, quien muestra un libro de contabilidad de 1921 en el que aparecen linajes como Juan Salas o Mariano Jaquotot. Y con sus materiales de obra también contribuyeron a la construcción de los aljibes situados en lo alto de la colina de Son Vida y a levantar parte del castillo que da nombre al hotel y la urbanización.

Una página del libro de contabilidad de la empresa de 1921. B.R.

A finales del siglo XIX, el núcleo formado por Son Serra y la Vileta tuvo "un crecimiento importante a causa de la llegada de familias obreras procedentes de la Part Forana", según se puede leer en el libro Barrios de Palma, editado por Cort. Pep Joan explica que "ellos mismos se hacían sus casas", por lo que también eran clientes habituales de la empresa. Ya en el siglo XX, esta zona se convirtió en un lugar de veraneo, con villas de estilo colonial, y fue la época en la que Pep Perelló Vidal -hijo del fundador- sustituyó los carros de caballos por motocarros y salió adelante con la inestimable ayuda de su mujer, Magdalena.

Años de expansión

La siguiente modernización llegó con Pep Joan, que introdujo los camiones en los años 70 y amplió el transporte de material hasta la península. Trasladaba marés de las canteras de s'Arenal, Galdent, Felanitx, Porreres y Petra, y traía baldosas e incluso muebles para optimizar los viajes. El negocio se expandió después al extranjero y el dueño afirma orgulloso que ha "paseado el nombre de Son Serra por toda Europa", en referencia a que en la puerta de los camiones aparece escrito el topónimo.

La histórica empresa ha vuelto a sus orígenes y ahora abastece sobre todo a nuevos vecinos del barrio, que están rehabilitando casas tradicionales y recuperando la esencia de sus estrechas calles, desconocidas para muchos.