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Entrevista

Itziar González Virós: "Hemos perdido el control social de la ciudad con la coartada del turismo"

La arquitecta contó en Palma XXI los puntales de su proyecto de reforma de la Rambla de Barcelona

Itziar González lidera el proyecto colectivo Rambla Km 0 que explicó ayer en Palma. manu mielniezuk

Itziar González Virós -Barcelona 1967- entiende la arquitectura y el urbanismo como acción social. Sus gestos la presentan: al concluir la carrera en su juramento hipocrático se negó a realizar obra nueva. Lo ha cumplido. En aras de su creencia en la labor social de su oficio fue, en tiempos de Jordi Hereu como alcalde del PSC, regidora en Ciutat Vella, un barrio que conoce por el legado de las mujeres. Comprobó que los tentáculos de la corrupción son largos y se aferran a técnicos, funcionarios con el beneplácito de los políticos. Al denunciar la corrupción en el intento de construir un hotel al lado del Palau de la Música fue amenazada de muerte, tras el asalto a su casa. Lo dejó. "El día que dimití no era mi último acto político sino que era el primero", puntualiza. Aún duele la herida. "Tengo secuelas", confiesa.

Junto a un equipo interdisciplinar, entre los que contó con los protagonistas, los vecinos, ganó con su proyecto kmZERO la remodelación de la Rambla, que ellos renombran les Rambles, y que explicó el viernes en Palma en un curso organizado por Palma XXI. A veinticuatro horas de que esta entidad junto a las otras convocantes presenten las más de diez mil firmas de apoyo al manifiesto que pide limitar a uno el número de cruceros en el puerto de Palma, Itziar González elogia la acción. "Rescatamos vuestra propuesta que miro como una gran oportunidad. Palma se ha adelantado a Barcelona en poner límites a los cruceros".

P ¿Cuál es la base que sustenta el proyecto Rambla kmZERO?

R Las Ramblas es el lugar de las diversidades, de los migrantes, de los refugiados, de quien no tiene techo y encuentra un soportal, de los turistas, pero en ella solo viven 48 vecinos. En un kilómetro, 200 metros, con 120 edificios, por donde pasan 25 millones de personas al año, hicimos un diagnóstico: la desertización de Ciutat Vella. A Barcelona se le llenan las calles y se le vacían las casas. A lo que debe añadirse que hay un puerto que tiene una ciudad en una clara inversión de los términos; el puerto se ha construido con capital chino. Tras los esfuerzos hechos de alejar la industria contaminante con la reconversión del 22@, ha aumentado la zona de containers y la de cruceros. Se ha producido lo que yo llamo 'containerización'.

P ¿Qué es?

R El inversor compra los edificios y los vacía de vecinos para convertirlos en contenedores donde albergar actividades comerciales o se convierten en narcopisos. Mi reflexión es que hemos perdido el control social de la ciudad con la coartada del turismo. Se han eliminado al vecino y al pequeño comerciante que son los únicos que podrían denunciar. Barcelona tiene o población flotante o negocios que flotan.

P De Barcelona a Palma. ¿De verdad cree que el actual modelo turístico va a aflojar? En Balears cunde el desánimo del ciudadano de a pie. Motivos no le faltan.

R Cuando vengo a Palma, y es a menudo, tengo contacto con movimientos sociales que me preguntan por el Parlamento Ciudadano y por el Instituto Cartográfico de la Revuelta. Vengo como activista. Por un lado, mi ilusión sería hacer que las Ramblas de Barcelona llegasen a las de Palma, sería bonito pensar que no hay mar por en medio. Yo me curé mis heridas con el impulso del Parlamento Ciudadano, que es democracia directa. Si el Parlamento hace leyes, la ciudadanía hace iniciativas legislativas populares. Creo en que hay que actuar desde la base y reclamar nuestro estatus. Hemos pasado de la participación ciudadana a la cooperación ciudadana. Yo no saco su rol pero tampoco quiero que me saquen el mío. Soy 'apartidaria' y 'aparanoica', reivindicamos espacios de lucha blanca. Y eso está ocurriendo en movimientos con los que yo me encuentro en Palma. Yo sí creo en un cambio de modelo. La turistificación es una industria extractiva que provoca conflictos. En Cataluña, las ciudades turísticas no generan riqueza. Estamos en la fase de conciencia crítica al modelo y ya aparecido la emergencia climática. El turismo es insostenible. La conciencia de fragilidad une las luchas.

P ¿Volvería a la política si la llamase Ada Colau?

R Ella me llamó en la anterior legislatura, y le dije que no. Yo no compartía la acción institucional de Iniciativa, les había visto cuando estuve en el Ayuntamiento, y no me sentía cómoda; ella estuvo en contra del PSC y aunque soy independiente, me incomodaba. Yo quería hacer micropolítica. Ada pertenece a una nueva generación que confunde la acción política con la política comunicativa. El horizonte es interesante, y si estamos orgullosos de lo que dice, también estamos decepcionados de lo que se consigue. Los ciudadanos de Barcelona estamos observando. Le vamos a exigir a Ada que cumpla con su con su propuesta de limitar el número de cruceros. Lo vemos con alegría pero somos activistas y es urgente actuar. Ya no hay margen. Vamos a crear un frente para que se cumplan medidas. Creo en una administración transversal, con más intención y que trabaje por proyectos, sin fragmentar. El médico de cabecera de la ciudad debe ser la Administración.

P ¿Se nota la testosterona en el urbanismo?

R Se nota la jerarquía del modelo. Yo hablo de urbanismo del acompañamiento, ser respetuoso con los ritmos de vida es ser pacifista y feminista. Me reivindico como arquitecta social que construye vínculos entre la gente. En la Facultad me llamaban la tiritas.

P¿Cómo vivió y vive el procés

R La idea de estado nación no es mi fuerte pero también he detectado un eje de desobediencia interesante. Declaré a favor de Jordi Cuixart. No me identifico con los independentistas pero trabajo en los procesos. Estoy en los puentes. El Estado debería delegar en la ciudadanía.

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