En 1989, sa Calatrava era territorio comanche. Drogas, delincuencia, precariedad laboral eran lacras habituales en el barrio. Sor Gloria Aleza, de los Sagrados Corazones, comprobó que muchos de los niños del barrio no tenían dónde ir o quedaban desasistidos tras salir del colegio. Pidió ayuda a la Iglesia, el obispo la remitió al Seminario. Salvador Bonet, el hijo del cocinero del Seminario, Guillem Bonet, se convirtió en el director del club d'esplai de sa Calatrava que este año celebra sus tres décadas de vida.

Son siete los puntales que sostienen su cometido: "Amor a la naturaleza, apertura a los demás, amor al barrio, a Mallorca y al mundo, compartir y respeto, ser mejores cada día, ser ciudadanos del mundo y trabajar por la paz", enumera Bonet. Él sigue siendo su director y su memoria.

Están integrados en la federación Grupos d'Esplai de Mallorca, Bonet aclara que "no pertenecemos a ninguna parroquia; pero sí somos católicos".

Por el club han pasado cientos de niños y con los años se ha invertido su procedencia. "Cuando empezamos, un 80 por cien eran niños y jóvenes de sa Calatrava y ahora solo representa un 20 por ciento; el 70 por cien actual vienen de otros barrios de Palma", detalla.

Los clubes de esplai han servido para dar respuesta a menores desfavorecidos pero con el paso del tiempo se han convertido en una herramienta de cohesión entre usuarios de 5 a 17 años.

"Un club de esplai no es un colegio, ni un lugar donde hacer catequesis, ni es un club de fútbol, ni de danza; no somos la calle ni la familia. Un club de esplai promueve valores a través de juegos, danzas, canciones, talleres de manualidades, gincanas, excursiones, acampadas", detalla su presidente. Ahora están a punto de preparar el campamento que cada verano celebran en La Victoria, donde no faltará el que fuera cocinero del Seminario, Guillem Bonet, que volverá a celebrar su cumpleaños rodeado de jóvenes. En un par de semanas soplará sus 96 velas.

En los treinta años, se ha hecho cantera y quienes fueron niños se convirtieron en monitores. Entre ellos, el actual obispo de Barcelona, el llucmajorer Toni Vadell, cuyo don a la guitarra se recuerda.

Bonet recuerda que entre 1994 y1995 hicieron esplai "en la calle" porque "Cort nos echó de nuestro local de la Porta des Camp con la excusa de instalar un cuartelillo de la Policía Local", cuenta. El Obispado les cedió el local donde siguen.