No creo ser el único que flipa con lo mucho que se acercan, y lo acostumbrados que están los gorriones, a buscarse la vida entre las sillas y las mesas de las terrazas. Siempre intento hacerles fotos muy de cerca pero he de decir, que este ataque banzai a una miga de pa amb oli del Bar Xorriy, lo capté totalmente por casualidad.