Durante el presente verano Palma estrenará nueva zona verde en el recinto del viejo Canódromo situado al lado del torrente de sa Riera, poniendo fin a veinte años de espera desde la clausura del recinto en 1999. El espacio ha sufrido degradación y abandono, fueron necesarios doce años (de 1996 a 2008) para lograr su expropiación, fue vertedero de basuras, estuvo ocupado por indigentes e incluso sufrió dos incendios. Por fin, el pasado 27 de julio -hace casi un año- dieron inicio las obras, que se acercan a su fin.

Se ha plantado arbolado y vegetación en toda su superficie, que con el tiempo convertirá la antigua área deportiva en un frondoso jardín o microbosque (se hace difícil denominarlo "bosque urbano" por su limitada extensión). Además el espacio integrará los elementos patrimoniales que conserva: un extenso tramo del antiguo acueducto de la Font de la Vila, de origen musulmán, que había servido como basamento del muro del recinto y que ahora ha quedado al descubierto, así como la monumental entrada a la pista. El resto de construcciones del recinto se derribaron en 2008 -a excepción del dibujo de la pista, que se mantendrá-, pero carecían de valor real.

Desde que el Canódromo Balear (este era su nombre real) fue clausurado solo han pasado dos décadas, pero ha sido suficiente para que el tiempo borre la importancia que la cultura del galgo tuvo en la sociedad mallorquina y el peso de unas costumbres antaño muy populares y hoy prácticamente olvidadas. El deporte llegó a España a finales de los años 20, procedente de las Islas Británicas y así nacieron los canódromos de Madrid (Metropolitano, 1930), Valencia (Vallejo, 1931) y Barcelona (Sol de Baix, 1932), ya desaparecidos. Los más importantes, con el de Palma; el único que sobrevive.

A Mallorca la afición llegó en 1931 a través del empresario Miquel Rosselló Andreu (1901-1992), quien impulsó las primeras carreras en el desaparecido Hipódromo de Bons Aires. Dado su éxito (y el recelo de los gestores del Hipódromo, que pronto vieron un serio competidor a las pruebas de caballos) pronto se pensó en habilitar un espacio propio y se adquirieron unos terrenos cerca de sa Riera, entre el Velódromo de Tirador y los institutos Ramon Llull y Joan Alcover. Allí se construyó la pista, que fue inaugurada el 11 de junio de 1932. Dado el éxito, en los años 30 llegó a haber dos espacios para las carreras de galgos: el otro fue el Canódromo Popular, en Son Forteza, aunque duró pocos años.

Casi 90 años después, el Canódromo Balear es el más antiguo que queda en España y, por tanto, el vestigio más destacado de este deporte. Hoy solo quedan dos recintos más: el Canódromo Madrileño (1961-1989), reconvertido en campo de fútbol en 2007; y el Canódromo Meridiana de Barcelona (1964-2006), el último en cerrar en España, cuya pista fue reinaugurada como parque en 2011 y su tribuna como equipamiento municipal en 2016. Fueron construcciones posteriores y más ambiciosas -de ahí su reconversión, en lugar del derribo-, pero lejos de la longeva existencia de la pista palmesana.

En ámbito deportivo, la pista fue una de las más representativas en España. En el antiguo Campeonato de España (desaparecido en 2005) sumó un total de 54 participaciones consecutivas entre 1940 y 1993. También fue sede del torneo en siete ocasiones, de 1943 a 1991, pero solamente en tres ocasiones el campeón provino del equipo local; la última con el galgo Johnny Walker, en 1991. Incluso cuando se concibió la celebración de un Campeonato de Europa la edición inaugural tuvo lugar en el canódromo palmesano en 1956, aunque la prueba no cuajó y fue cancelada al cabo de unos años.

Socialmente, el impacto de las carreras de galgos en Palma era considerable, si tenemos en cuenta la afición por las apuestas deportivas del momento. De hecho eran consideradas como "el hipódromo de los pobres" en contraposición a los caballos, cuyo público se consideraba más selecto y sus apuestas menos asequibles a cualquier bolsillo. En torno al galgo había todo un universo social difícil de describir para quien no lo ha vivido: la pasión por las apuestas, el espectáculo de las carreras, la crianza de los perros, propietarios y galgos estrella, criadores y perreras... situaciones, personajes y costumbres desaparecidas, que trascendían el ámbito estrictamente deportivo.

El apogeo de aquel mundo se vivió entre los años 50 y 70. A partir de los años 80, con el surgimiento de otras posibilidades de ocio y apuestas (especialmente las máquinas tragaperras) el galgo entró en un lento pero imparable declive. Finalmente, el 31 de marzo de 1999 el Canódromo Balear cerró definitivamente sus puertas y al no haber espacio alternativo ni demanda suficiente la afición aún existente desapareció del todo.

La huella de las carreras de galgos en pista durante nueve décadas en España casi se ha desvanecido. En Palma, gracias al actual proyecto de zona verde que sustituye el original de sa Falca Verda aprobado en 2002 y que arrasaba el espacio original, la futura zona verde mantendrá la esencia del antiguo espacio deportivo y la memoria de su brillante pasado, del mismo modo que con el contiguo Velódromo de Tirador a partir de 2020. La adaptación del nuevo espacio a la ordenación original no le restará funcionalidad como zona verde y, en cambio, le conferirá personalidad única, por su singular pasado y morfología, como recuerdo de una sociedad que le dio vida y esplendor como singular punto de encuentro durante décadas.