No cabía ni un alma más en Can Pere Antoni y todavía llegaban grupos de gente bien provistos de neveras, barbacoas, antorchas y todo lo que consideraban necesario para celebrar la noche de Sant Joan. Ciutat Jardí, el Portitxol, el Molinar, todas las zonas de baño de Palma ofrecían ayer la misma estampa de playa abarrotada y humaredas.

De blanco y con un montaje en el que no faltaba ni un pequeño altar para rendir honor al amor y los claveles para tirar al mar, también blancos como símbolo de pureza, Jana Piña y su amiga Teresa G. H. esperaban a más amigos. "Me han fallado muchos, es complicado, también juega el Mallorca...", comentaba. A su lado, su amiga, se mostraba igual de entusiasmada ante la velada que habían preparado. "Lo malo son las barbacoas...", apostillaba Teresa, vegana.

Ante ellas, un gran pareo en el suelo, velas... "Las flores son para las doce de la noche, cuando vamos al mar y pedimos tres deseos mientras esperamos que lleguen las nueve olas. Y normalmente se cumplen dos [deseos]. Luego tiramos las flores al mar", explicaba Jana -Juana-. "Es mi santo, siempre he venido a este rinconcito, parece que me espera". Quizás sí estaba reservado para ellas, pero lo cierto es que las dos amigas habían llegado a la playa de Can Pere Antoni sobre las cinco y media para empezar a desplegar su 'escenario' para los rituales. Hace seis años, tal día como el de ayer, el marido de Jana le propuso matrimonio allí mismo, por lo que una foto de los dos conmemoraba su historia. "Luego pediremos pizza y beberemos un chupito", continuaba explicando su plan Jana.

El olor a carne asada y el humo inundaban la playa desde muy temprano. A simple vista era evidente que la gran mayoría de quienes estaban en Can Pere Antoni eran ciudadanos procedentes de otros países. La música caribeña, las flores en el pelo, la comida sobre la parrilla iban en consonancia con sus orígenes.

Muchos de los grupos habían delimitado su parcela de arena con cuerdas o habían instalado carpas. Y cada uno con su música y su barbacoa. Como la familia de Jenny Arboleda, de Colombia. Pese a que en su país no festejan San Juan, desde que llegaron hace años a Mallorca se apuntaron a esta celebración. En la barbacoa, mazorcas de maíz y plátano macho maduro. "A las doce de la noche, haremos lo de las tres olas y al agua", comentaba mientras el resto de su familia seguía con los preparativos.

No todos los que fueron ayer por la tarde-noche a la playa lo hacían para convocar a la buena suerte. En el caso de José María Molina y Carmen Gallego es una costumbre de hace años ir al Portitxol pronto, a media tarde, instalar su mesa y dos sillas y servirse cava, sushi, marisco... mientras ven el ocaso y esperan un poco más antes de volver a casa, antes de que llegue más gente. "Este es nuestro ritual", comentaba él. La pareja quiso dejar muy claro que llevaban su propia bolsa de basura para dejar su rincón entre las rocas tal como lo habían encontrado.

Pero es que no todos tienen la misma conciencia y por ello se siguen haciendo campañas como la de #residuzero, que ayer contó con voluntarios para recoger suciedad de la arena en el Portitxol. También organizaron un taller de yoga en la playa y un sorteo de regalos entre quienes se hicieran una foto con alguno de sus lemas.

Ayer también celebraban su santo en la playa Juan Bautista y la joven jugadora de baloncesto Juana Camilión, dentro del mismo grupo de amigos y familiares, una mezcla entre argentinos y mallorquines, que festejan Sant Joan desde hace 22 años. Iban a ser unas 20 personas. A su alrededor, las velas preparadas, dentro de bolsas de papel "recicladas de otros sanjuanes", matizaba Juan Bautista. "Lo celebramos siempre respetando la limpieza, mucho antes de que hubiera todo esto, no tiramos nada al suelo", explicaba en referencia a la campaña que Save the Med llevaba a cabo a escasos metros.

En cuanto a rituales, "no nos ponemos de acuerdo, por eso los hacemos todos: escribimos cosas que han ido mal en un papel y lo quemamos, y a las doce de la noche vamos al agua", indicaba Gabriela, otra de las habituales de Sant Joan en la playa.