El fotógrafo Abraham Calero muestra en su "cara B" acciones en la ciudad cuya pretensión no es otra que "dignificar espacios, lugares, rincones degradados de Palma". La elección de donde situar su obra es la última fase del proceso. Primero, "sueño". Sus obras están bajo un puente o en el Jonquet.

Una semana atrás, dejó en las escaleras de Anselm Turmeda su última intervención, una conversación telefónica entre Gila con Trump. En el medio, las escaleras donde pasan muchos marroquíes -el consulado de Marruecos está al lado-, y vecinos que le aplauden su trabajo sobre este muro.

Al humorista español se le recuerda por aquella pregunta: "¿Está el enemigo? Que se ponga" y también por la súplica "pueden parar la guerra". Es esta última la que le ha interesado a Calero, un científico marino que deja temporalmente su trabajo como técnico de medio ambiente para soñar.

"Estas intervenciones son la expresión de mi amor al arte y a la ciudad. Quiero creer que los espacios sucios, con orines, degradados, que elijo pueden propiciar un cambio de actitud", expresa. Asegura que en una semana, la pared donde instaló la fotografía de Gila ya no está manchada con orines.

"Pienso que el efecto contagio tiene mucho que ver con la dejadez, aunque no lo explica todo. Si la ciudad está sucia, te esforzarás menos en cuidarla", cree.

Abraham Calero es fotógrafo pero en sus trabajos en la calle no son sus fotos las que manipula sino que las extrae de su fondo de armario vital. "Es mi imaginario cultural el que me sirve para estas imágenes oníricas que descargo de internet y trabajo con mucho cuidado para otorgarles un grano determinado u ordenar el collage que conforma la escena", señala.

El científico madrileño, que ha expuesto recientemente en Photo España y que ya cuenta con una trayectoria de amplio y prestigioso vuelo, trabajó junto a la artista Marina Molada. Compartieron proyectos en el parque de Orson Welles en Son Gotleu, en el Puro y en Cabo Blanco. Comparten escenarios para trabajar la memoria. Con distintos enfoques.