Hablar de la muerte es tabú en España. Persisten ideas llenas de miedo: mejor no 'nombrar a la bicha'. Con la idea de naturalizar la condición mortal que llega a todos y sin ánimo de llegar a conclusión alguna se crearon los Death Cafe, una iniciativa grupal que a partir del 27 de junio se va a estrenar en Palma, los últimos jueves de cada mes. El encuentro será en la cafetería del CaixaForum que ha cedido a su organizadora el espacio de 18 a 20 horas.

Glynys German, una inglesa de 57 años que llegó a Mallorca 27 años atrás de los que 20 han transcurrido en Binissalem -"som binisalemera total", dice en mallorquín con acento- es la impulsora en la isla. Primero lo montó en L'Exquisit, un café en Binissalem; le siguieron Alcúdia y Deià.

"La primera vez que me enteré de esta idea me impresionó. Busqué en la isla y no encontré nada. Así que me puse en contacto con el fundador de Londres, Joan Underwood. Le pregunté si existía un Death Cafe en Mallorca, y me contestó: "Sí, lo vas a crear tú".

Las personas que se apuntan se toman té y un pastel mientras hablan de la muerte. Este club no es misterioso ni son frikis, aunque Glynis reconoce que "¡soy un poco rara!".

La mecánica es sencilla. No hay orden del día. El único tema es la muerte. No es solo conversación sino más bien "practicar una escucha profunda". En la charla nadie tiene opinión, no hay discusiones, y estos es un alivio, a diferencia de otras tertulias. Nos encontramos para hablar de la muerte desde el lado más bueno de la humanidad", comenta.

"He visto mucho dolor en la isla"

Glynis German es celebrante de bodas y funerales y aunque desvincula el oficio de los Death Cafe, es testigo en primera línea de cómo nos enfrentamos al duelo.

"He visto mucho dolor en la isla y no hay lugares donde las personas pueden descansar su duelo. Nos hemos convertido en el consuelo y he descubierto la bondad de muchas personas", declara.

"No hay servicio público en Mallorca para ayudar a las personas en su duelo. Cuando han asistido a un 'café de la muerte' salen con mucha paz porque el apoyo emocional y espiritual les tranquiliza. No hay psicólogos ni nada", indica. Niega que sea un encuentro religioso o esotérico. "Hablamos de la muerte porque valoramos la vida", añade.

El encuentro grupal es espontáneo, no son necesarias inscripciones. Saben la fecha y el lugar a través de la página web de Glynis o de redes sociales. "Si viene una o mil personas no me decepciona", afirma la celebrante.

Hasta la fecha han acudido a otros Death Cafe de Mallorca personas de todas las edades, "el más joven de 12 años, y mi madre, que tiene 88 años. Ella no acude como celebrante. "¡Estoy con Glynis!", sonríe. Como viene siendo habitual, a este café 'mortal' acuden más mujeres que hombres. "¡Y casi todos son españoles!", añade.

Bodas y funerales

Glynis German es celebrante de bodas y funerales. En España no está reconocido como oficio, sí en Australia donde se originó en los años 70. En Inglaterra está en auge. "Yo me formé en Inglaterra. Empecé primero a celebrar bodas en 2013 y dos años después me convertí en celebrante de funerales", indica.

Glynis desempeña "la parte sagrada de las ceremonias", y cuando se trata de un funeral, "celebramos la vida del difunto". Reconoce que por el momento sus clientes son extranjeros en mayor parte. "¡Ojalá los locales se abran", expresa quien se describe como "hipie-cura".

A sus 57 años, "¡doy gracias a esta edad! ahora soy joven aunque mi cuerpo me ha dejado atrás", vuelve a reír. Es fácil creerla cuando dice: "Cada vez soy más positiva. Creo en el poder de las conversaciones que sobre todo practicamos las mujeres".

De aquella niña de 7 años que un día le preguntó a su madre "¿quién fui yo en la otra vida?", a la actual celebrante que tiene claro que "Glynis tiene más vidas". Ella nunca ha presenciado una muerte pero asegura no tener miedo a un desenlace que ella y otros se lo toman con café y pastas.

Una terapia nacida en Suiza y que ha llegado a 40 países

El sociólogo suizo Bernard Cretazz fue quien introdujo en 2004 esta idea de hablar de la muerte de manera natural cansado de lo que él denominó "secretismo tiránico". El testigo del Café Mortel lo recogieron Jon Underwood y su madre la psicóloga Sue Barsky en 2011. El primer encuentro tuvo lugar en la cocina de un sótano. La idea ha llegado a 40 países, entre ellos España. Alicante fue uno de los primeros en apuntarse en esta iniciativa grupal que en Mallorca, gracias a Glynis German ahora podrá difundirse también en Palma.