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Mujeres de hoy

Sílvia Ventayol Bosch: "Temo que la fotogenia de Palma acabe siendo negativa para la ciudad"

La cineasta prepara un documental sobre fotografía post mortem, una práctica que se hizo en Mallorca

Sílvia Ventayol Bosch vincula su mundo afectivo a todos sus proyectos. hugo gallent

Sílvia Ventayol Bosch es una mujer con formación humanista. Doctora por la Pompeu Fabra con una tesis sobre la literatura antiutópica del siglo XX en la que demuestra que el escritor Llorenç Villalonga "fue un visionario", ha dedicado los últimos 15 años al mundo del cine documental. En la actualidad da clases en dicción oral en catalán en la Escola Superior d'Art Dramàtic de les Illes Balears y prepara un documental sobre la fotografía post mortem, practicada también en Mallorca. Es madre y como tal comprueba a diario que "el mundo del cine es masculino" y que "de conciliación familiar, nada de nada".

Por sus ojos y sus palabras, han pasado las figuras del Archiduque Luis Salvador, Catalina Homar, Joan Mascaró o lugares como las cuevas de Bellver. No ha olvidado a los vencidos de la guerra civil. Como apunte, su madre es Carme Bosch, catedrática de Latín y una de las grandes especialistas en Jacobo Sureda. "Soy lo que soy también por ella", declara.

P De la literatura al cine documental. ¿Qué le llevó a él?

R Yo haría esto y mil cosas. No es una vocación única. Uno de mis sueños es escribir ficción o una obra de teatro, pero le tengo respeto. Lo que ganas con la ficción es que lo haces tú solo; lo otro es trabajo orquesta y hay que tener buen equipo. Siempre me ha movido contar historias. El cine surgió después de un taller de documentales que hice en Cuba.

P La memoria es el nexo entre tus trabajos cinematográficos, a través de personajes concretos y de la historia de Balears.

R En Humanidades me enseñaron a mirar los clásicos, que la cultura son vasos comunicantes. Navegar en los clásicos es un placer. Enmarco la memoria en la tradición, nos reflejamos en ella. Me gusta la memoria por eso, y me sirve para entender cosas que no entiendo. Siempre digo que mis productos son respuesta a lo que me asombra. Hay una atracción y una necesidad de respuesta a algo que no acabo de entender. Con el pasado reflexionamos y el presente nos vence. Hago reflexión de algo y lo incorporo a mi presente.

P En su guion 'L'Arxiduc i la pagesa' se comprueba su admiración por Catalina Homar.

R ¡La olvidada y la repudiada! Todo lo que hago tiene un vínculo sentimental con mi vida. En el caso de Catalina Homar es que me he pasado la infancia en Valldemossa y como sabes, los lugares de la infancia son mágicos, los idealizas. Eso fue un palacio natural durante mi juventud, mi infancia, mi adolescencia. Conocí otra Valldemossa. Entré en las casas de los pueblos, con los ermitaños, bailabas boleros en casa de las mujeres. El pueblo era uno. Conocías a todos por los nombres. Catalina Homar estaba en esas conversaciones. Y había silencios. ¿Por qué callan?, les pregunté. Me decían: 'Sílvia, no sabes lo que le hizo el pueblo. Ella se murió sola, con sífilis. No todo fue maravilloso en el Archiduque. Si accedieron a darme las entrevistas fue porque yo era de allí. Hubo tabú.

P ¿Todavía hoy hay omertá sobre Catalina Homar?

R Sí, y puedo decir que muchas de las cosas que me contaron y que no revelaré, van en ese sentido. Participo del secreto de la comunidad femenina del pueblo. Se le hace justicia, qué mujer se atreve a llevar una finca, pagar a todos, despedir, aprender a leer y aguantar el chaparrón de ser adúltera. No hay que olvidar que era una mujer de origen humilde. No creo que hoy haya una mujer así en Mallorca, con esa libertad. El archiduque la empoderó.

P ¿Cómo está hoy el empoderamiento de la mujer en el cine?

R ¡Mal! Por muchas ayudas, que se agradecen, el cine es aún un mundo masculino, solo que cada vez somos más las mujeres.

P ¿El cine sigue siendo uno de los parientes pobres de la cultura?

R Pese a los avances, no hay industria, está por hacer. Están en el quiero y no puedo. 700.000 euros de presupuesto son migajas. Se debería destinar más dinero al cine pero también creo que no debe venir todo de la Administración sino que debe haber apoyos privados, a la americana.

P ¿Las plataformas digitales matan o revitalizan el cine?

R Yo veo muy bien que produzcan películas. Ir a ver cine a las salas se ha acabado hace años. Consumir cine donde quiero, poder parar para preparar la cena, elegir tú los horarios, lo encuentro una maravilla. A mí la cueva de Platón me encanta pero más allá de eso, es una nostalgia. Lo mismo sucede con las bibliotecas.

P Filmó un documental sobre las cuevas de Bellver en 2012. ¿Dónde está su vínculo sentimental en él?

R El tema lo empujó Pablo Azorín de Quindrop que conocía a Pedro Galiana. Para mí las cuevas de Bellver era desconocido pero descubrí ese espacio mágico y donde de nuevo hay vínculo porque mis abuelos tenían casa en El Terreno, para mí una de las zonas más genuinas de Palma. En esas cuevas se abandonaron cosas como barcos que debían estar en el Museo Marítimo. Surge la historia del polvorín como refugio carlista, la cantera para hacer el castell. Todo un mundo que me sorprendió.

P ¿Palma es fotogénica?

R Sí, claro, solo que me da miedo que acabe pagando un precio muy alto por su fotogenia. Mira las colas que se han dado en escenarios donde se han filmado Juego de tronos, y antes en Formentera con Lucía y el sexo. El ser humano lo invade todo con su capacidad depredadora. Hay que poner límites. Este es un territorio muy limitado.

P Prepara un documental sobre la fotografía de difuntos. ¿Qué le ha atraído de este tema?

R Descubrí en una posesión mallorquina el cuadro de una muerta que sacaron de la tumba para retratarla. A partir de ahí, he investigado en la tdición del culto al muerto. Hoy incluso se están haciendo terapias de duelo con bebés.

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