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Hablemos de Danza Española (sin doble intención)

Un momento del espectáculo celebrado en el Conservatorio Superior de Música y Danza. Fotógrafos Bellver

Cada año por estas fechas, se da en Palma un acontecimiento cultural que ni tiene publicidad ni entrevistas ni siquiera el glamour de los estrenos. Pero les aseguro que es uno de los espectáculos más brillantes que se pueden contemplar.

El Conservatorio Superior de Música y Danza, en su sección de Danza Española, tiene el buen gusto de despedir cada año al grupo que acaba sus estudios, ofreciendo una actuación de dos horas de duración en la que participan todos los cursos y en el que las chicas y chicos que acaban la etapa superior asumen un protagonismo mayor.

No saben lo que se pierden el alcalde, el conseller de Educación y demás representantes políticos ahora en funciones. Yo me jactaría y aplaudiría a rabiar, ya ven que lo hago, por tener tanto talento y creatividad en mi territorio. Pero ellos no estaban allí la otra noche ni el año pasado tampoco.

Quizás no pueda expresar en mis palabras ni una mínima parte de la belleza, la sensibilidad, la capacidad creativa y la calidad del trabajo que nos mostraron sobre el escenario del Principal. Yo, que soy tía postiza de una de las niñas que danzaban, intentaba no quitarle ojo a ella, pero no lo conseguía porque me fascinaba el movimiento de cada persona, la expresión de cada cara, el vestuario, la iluminación, el decorado, la voz en directo, las guitarras? y el resultado excepcional de la adaptación de La Cenicienta.

Explicaban, en el humilde programa manual que repartieron, que la danza española es una de las más versátiles que existen porque la conforman muchos estilos distintos. En los espectáculos a los que he asistido, tanto te pueden sorprender con una muñeira como con una jota aragonesa, un bolero o una seguidilla, además de con el zapateado que conlleva el cante jondo. Y con las castañuelas? ese maravilloso hilo conductor de la cultura que nos lleva de un lado a otro del mundo y nos remonta muchos siglos de historia. Mientras escuchaba el repiquetear de las maderas, recordé al arquitecto Carlos García Delgado, que nos explicó en la presentación de su libro Queridos Catalanes que las castañuelas ya las manejaban en la época de la conquista Romana y antes los fenicios. También nos recordó que los invasores no pudieron con algunos irreductibles pueblos de la península.

Y yo concluí, mientras pensaba y disfrutaba, que no pasa nada si hay irreductibles porque el tiempo pasa, la civilización avanza y la Danza Española es una maravilla cultivada en nuestro Conservatorio Profesional por un equipo entregado de profesorado, alumnado y madres y padres abnegados. También que todo estandarte sobra y que el espectáculo sin banderas que nos habían ofrecido era un regalo para los sentidos y para la inteligencia. De todo eso me acordé al final mientras las maestras abrazaban a las cuatro chicas que habían coronado su carrera, incluida Cenicienta.

Seguirá siendo un misterio para mí cómo cada año ese equipo de gente que se va alimentando con la experiencia es capaz de seguir creando nuevas coreografías, nuevas músicas, nuevas letras, nuevos vestuarios y nuevas ilusiones hasta crear un espectáculo que es representado íntegramente un único día. Un derroche de cualidades que quizás estaría bien que IB3 recogiera y emitiera y que aconsejo a las autoridades no se pierdan la próxima vez. Pero que se den prisa en reservar entrada y que sepan que mi asiento en esa exclusiva noche no lo cedo.

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