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Terrazas: nada ha cambiado

Las terrazas condicionan la imagen de la ciudad. Àngels fermoselle

Una ordenanza municipal pretende poner orden, como su nombre indica, en alguna actividad que afecta a un municipio. Si se hace una revisión, que dura muchos meses, se supone que el objetivo es cambiar substancialmente la anterior y no quedarse en una mera tomadura de pelo.

A mi criterio, la revisión de la ordenanza de la ocupación de la vía pública en el municipio de Palma, más conocida como la de terrazas ha sido una engañifa, con el agravante de que se ha hecho creer que había sido producto del diálogo y el consenso. Les sugiero que lean la ordenanza anterior y la actual. Alucinarán. Son idénticas excepto en algún detalle nimio. Pero eso sí, nos han hecho perder horas y horas en reuniones y más reuniones y en escribir propuestas y alegaciones. Unas propuestas y unas alegaciones que se han pasado por cierta parte sin dignarse a contestar. Cuánto gasto para nada. El desánimo es absoluto cuando ves que algunos grupos votaron en contra de la modificación, no porque les pareciera un amago engañoso, sino porque debían considerar excesivo que se obligara a dejar en vez de 2 metros, 2,5 de paso libre en algunas calles. Ya ves qué ridículo, hemos ganado medio metro en algunos trozos y pese a ser una mejora casi humillante, aún se considera excesiva.

En Palma hace bastantes años, se decidió ir quitando poco a poco terreno al coche para darlo a la gente que iba caminando. Se fueron reduciendo aparcamientos y ampliando aceras. También se crearon calles peatonales. Pero la realidad hoy, es que todo el espacio que se había recuperado para el paseo, y algún otro, se lo han apropiado las terrazas.

Lo de "algún otro" no es exageración, porque por la mayoría de las plazas de nuestra ciudad ya no pasaban coches, y ahora, en ellas, es imposible estar charlando o leyendo al sol o a la sombra y no se puede llevar a una criatura a jugar como no sea a los recintos de los columpios.

Además de los abusos de las terrazas tanto en calles como en plazas, también el incivismo de bicicletas y otros artilugios de transporte amargan el paseo y la estancia. Parece que se haya declarado la guerra a quién va a pie.

Las terrazas son uno de los elementos que más condicionan la imagen de la ciudad. Cuando se camina por Palma, además de necesitar la seguridad de no tropezar con trastos u obstáculos ni ser víctima de un atropello, sería bueno reconocerte en ella si es la tuya, o conocerla si estás de visita.

Para que una terraza no tenga un impacto visual negativo, deberíamos poder ver las fachadas de los edificios a través de ellas, se deberían integrar en la foto sin esconder ni agredir el conjunto. Para ello no debería permitirse poner en el espacio autorizado más que mesas, sillas y sombrillas sin ningún rótulo dibujado, todo de un tamaño limitado. Limitada también debería ser la superficie de la terraza que muchas veces multiplica por diez el espacio interior del bar, con lo que un cuchitril se puede alquilar a precio de oro. En realidad el particular propietario del local lo que está alquilando, a un precio desorbitado, es el espacio público. A eso se le llama abuso y especulación. Y un agravio comparativo con el resto de comercios, que van disminuyendo hasta desaparecer.

Pero ni el límite del tamaño ni el criterio de transparencia visual es posible con la nueva normativa en la que se permite poner lo mismo que en su predecesora: mamparas de hasta 1,70 metros de altura, jardineras, barreritas, carteles de 1,20 metros , mesas, sillas, sombrillas, estufas y un añadido respecto a la anterior: "Abeuradors per a cans". Era imprescindible que se autorizara este último elemento, como comprenderán. Riamos por no llorar. Es verdad que dentro de un año ya no podrá haber tendales, esa especie de casa de plástico que han surgido a modo de urbanismo ilegal en plena acera. Pero no canten victoria porque con la nueva normativa se pueden poner dos enormes sombrillas rectangulares una junto a otra, rodeando el perímetro con jardineras y mamparas y ya tienes un efecto visual peor que el del tendal y una compartimentación del espacio público que no se ha querido evitar.

Otro día hablaré del incumplimiento de la ley de accesibilidad en esta normativa que no solo regula las terrazas, también habla de los trastos que permiten adosar a fachada en casi todos los comercios y otras ocupaciones de la calle. También hablaremos sobre los soportes publicitarios innecesarios y la magnanimidad hacia los infractores de las normativas municipales, ya que no estar al día de las obligaciones de otras regidurías no condiciona el permiso de terraza. Mucha tela queda por explicar.

Hagamos como que cambiamos para que todo siga igual, debían pensar los responsables de esta ordenanza y además, hagamos oídos sordos a todas las advertencias de quienes trabajan, gratis, para defender lo que es de toda la ciudad. Pues lo han conseguido, nada ha cambiado.

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