Un edificio de nueva construcción en el número 23 de la calle de Emili Darder, en el barrio del Camp d'en Serralta, amaneció ayer con síntomas inequívocos de estar habitado. Aunque no por las personas que esperaba su legítimo propietario, Juan Perelló, de Promociones Perelló. Al menos dos familias con niños pequeños a su cargo y otros ocupantes habrían aprovechado este último fin de semana para meterse en el inmueble e instalarse en las 4 viviendas nuevas, una por planta, que conforman el edificio.

Al tener noticias de que había sido ocupado de forma irregular, el promotor del inmueble (en la imagen superior) se personó a primera hora acompañado por dos agentes de la Policía Nacional. Allí, según la versión de los okupas, tuvo un acceso de ira que le habría llevado a intentar agredir a uno de las ocupantes y que solo la intervención de los agentes del orden lo habría evitado.

"Sí, fue cuando ví que el yonqui que se había metido en el tercer piso tenía un perro que estaba orinándose por todo el parqué recién instalado. Le intenté agarrar para sacarle cuando la Policía se interpuso y me aconsejó que no lo hiciera", corroboró Perelló.

Siempre según la versión de los hechos facilitada por las familias ocupantes, la toma de posesión del inmueble se habría producido el pasado viernes. No obstante, testimonios de vecinos recabados en los edificios aledaños señalaban que la primera vez que se percataron de la presencia de un tendedero con ropa fue el domingo.

El propio aparejador de la obra de nueva construcción, Carlos Pradas, señaló que a las once de la mañana del pasado viernes acudió con el ascensorista para dar los últimos retoques y que no detectó ninguna presencia humana.

"Debieron de entrar el viernes por la noche", estimaba ayer Perelló incidiendo también en que ese último día laborable de la semana habían estado en él los ascensoristas y los instaladores de cocinas para dar los últimos retoques.

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El promotor confirmó que contaba con la licencia de fin de obra desde el mes de febrero y lamentaba que los cables de la conexión telefónica todavía están al aire, pendiente de que Telefónica se "digne" a soterrarlos en unas arquetas cuya construcción ha tenido que asumir la promoción. "Han constituido un señuelo para que entraran. Han visto que la casa estaba terminada pero aún no habitada", estimaba.

Entre los argumentos dados por los okupas para apoderarse del inmueble, el principal era que no les había quedado otra opción ya que, alegaron, "no podíamos seguir viviendo en casas de nuestros padres con tantos niños. El Ayuntamiento no nos ha dejado otra salida porque mientras a los inmigrantes que llegan les dan de todo, a nosotros no nos dan nada", alegaron antes de confesar que habían intentado llegar a un "acuerdo económico" con el propietario para irse voluntariamente.

"¿Qué saben ellos de las necesidades de los demás? El primero ya estaba vendido a una divorciada con dos niños que ha hecho muchos esfuerzos para comprarlo. El tercero a una viuda que se ha tenido que mudar porque ya necesita ascensor. Están todos vendidos. ¿Qué hubiera pasado si esta mañana firmo las ventas ante notario y los propietarios vienen y se las encuentran ocupadas?", se preguntaba un indignado promotor que confirmaba que ha pagado para evitarse problemas.

"Me han sobornado, les he tenido que pagar cuando han entrado en mi casa forzando la puerta para robar", admitía resignado ante un guardia de seguridad que vigilará la casa a partir de ahora.

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