Las ciudades son organismos vivos y como tales cambian de fisonomía a veces a toda máquina. Acostumbrados ya a la presencia de los negocios de chinos, ahora en el centro de Palma quienes se expanden son los supermercados en miniatura, con cajas de frutas y verdura que invaden las aceras y que suelen estar regentados por pakistaníes o personas procedentes de la India. Los seguidores de la serie Los Simpson les llaman badulaques porque fue ahí donde este vocablo en desuso en la lengua española volvió al habla del común. Solo que la mayoría de parlantes les llaman 'paquis'.

En realidad, no son más que el remedo de las tiendas de comestibles o ultramarinos en versión asiática.

Otra de sus características es que están abiertos a todas horas. Es el socorrido lugar para las compras del último momento, es el alivio de despistados que de noche, se acuerdan que no tienen leche para el desayuno de la mañana.

La convivencia con el pequeño comercio es armoniosa. No hay quejas, incluso al contrario, están satisfechos. Lo cuenta Antoni Fuster, presidente de la Associació del Petit i Mitjà Comerç de Mallorca, Pimeco: "Los vemos como una vuelta al comercio antiguo regentado por otras personas, da igual la nacionalidad; también hay mallorquines, españoles, que han abierto puestos de frutas y verduras en barrios de Palma. En nuestra opinión, fomenta la vida en las barriadas, y eso es bueno".

Otra seña de identidad es la flexibilidad en los horarios de estos negocios. En el centro histórico se convierten en farolillos verbeneros. Suelen cerrar al filo de la medianoche.

"La ley de comercio balear permite abrir los 365 días al año con libertad de horario a los negocios con una superficie menor de 300 metros cuadrados, que no sean franquicias ni sucursales pertenecientes a cadenas nacionales", explica Fuster. De este modo, "a nosotros no nos afecta porque ya podemos abrir siempre. Antes solo podían hacerlo las grandes superficies", recuerda.

En los negocios pupurri, en los badulaques uno encuentra productos de primera necesidad y, también, rarezas. Incluso en estos nuevos 'supermercados', así los llaman sus propietarios para ser reclamo en el centro de Palma, en algunos conviven con locutorios y cajeros para sacar dinero.

"No sé si está permitido que en un mismo negocio de alimentación haya también servicio de locutorio", indica el presidente de Pimeco. "Deberíamos mirarlo", añade.

Es probable que los badulaques se hayan instalado en el centro ante la proliferación del turismo vacacional.