"Esto es espectacular". "Me encanta". "Genial". La visita a las terrazas de la Catedral de Mallorca no defrauda a nadie. Este jueves, tanto residentes, eso sí, tras el esfuerzo de subir hasta 215 peldaños de una escalera de caracol un tanto estrecha, por lo que la experiencia requiere no sufrir dolencias cardiorrespiratorias y ser mayor de 11 años.

Para dar un descanso, los guías realizan una primera parada en la sala bajo la torre del campanario, que hoy día sirve para guardar tubos de órgano y que conserva gravados en la piedra los testimonios de quienes habitaban la Seu o de quienes buscaron refugio en ella en tiempos de conflictos, como los de Canamunt i Canavall.

Curiosidades como esta son las que se pueden conocer durante la visita. Tras esta primera parada, se sigue ascendiendo hasta la base del campanario. Alzando la mirada, aparace n'Eloi, la campana de mayor tamaño.

La visita continúa hacia el exterior, hacia las terrazas, para ver algunos de los antiguos vitrales y para dirigirse hacia el rosetón mayor. Ana, la guía, advierte de que no se pueden tocar los cristales, 1.115 en total, ni intentar limpiarlos, para evitar la erosión del vidrio con el polvo de marés. Como si se tratara de un gigantesco caleidoscopio que cambia de color, todos los visitantes mirán a través del rosetón hacia el interior de la catedral y, especialmente, al otro rosetón situado en la fachada contraria.

Los distintos turnos de visitas para este mes están casi al completo, pero no es imposible encontrar alguna vacante para acceder a las terrazas, reserva que se realiza a través de la web https://catedraldemallorca.org.

José Luís Gutiérrez, natural de Burgos pero residente en Palma, llevaba tres años intentando realizar esta visita y por fin lo ha logrado: "Merece la pena. Me ha gustado el rosetón central y me ha extrañado la polución y que no se pueda limpiar. Pero claro, al estar tan cerca del mar... ha merecido la pena y las vistas son preciosas".

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Además, subir a lo alto da otra perspectiva de Palma. "La ciudad cambia mucho, porque siempre la vemos a nivel del suelo y entretenidos en nuestras cosas y no nos paramos a mirar los edificios que tenemos", comenta Gutiérrez.

El palacio de la Almudaina a pocos metros, el castillo de Bellver más alejado, los patios de los históricos edificios que rodean a la Catedral, la bahía de Palma... Las vistas son una postal desde lo alto de la Seu.

Para Georgi Stoyanov, búlgaro afincado desde hace diez años en Mallorca, la visita a las terrazas de la Catedral "ha sido una oportunidad única". Además, le ha permitido conocer el templo por dentro, algo que tenía pendiente y no había hecho nunca.

Los últimos 60 escalones nos conducen por una de las torres del portal mayor de la Catedral. Es el momento de hacer más fotos y de ir bajando hasta el interior de la catedral.

Para Maria Mulet, después de viajar y visitar otras catedrales, esta ha sido la ocasión para conocer mejor la Seu. "Me ha gustado la dimensión y su situación. Esta sí que se puede llamar la catedral del mar", concluye.