Basta una visita a una residencia de la tercera edad, privada o pública, para que se te encoja el corazón. Ancianos solos, con la mirada perdida, algunos fumando, otros mirando la tele, pocos en conversación, casi ninguno en activo. Vivimos más años pero en las sociedades del supuestamente opulento primer mundo, sigue sin resolverse cómo alcanzar ese último tramo de la vida con dignidad. Vivir solos siendo mayores puede ser una condena. Son escalofriantes las noticias de personas mayores encontradas muertas en sus casas meses después.

España está muy verde en garantizar el envejecimiento en buenas condiciones, de ahí que las iniciativas personales de las llamadas viviendas colaborativas, es decir, envejecer entre amigos sea una solución contemplada por más personas. Mallorca no es ajena a esta otra forma. Kanostra Habitatge Cooperatiu es el primer intento privado de sacar adelante una iniciativa de estas características.

"Llevaba tiempo con la idea pero no sabía cómo hacerlo. Hablé con Miquel Rosselló y con personas de la órbita de Més. También con la Fundación Darder Mascaró. Entre todos organizamos una charla en Palma de los pioneros en España en vivienda colaborativas, los de Trabensol. De ahí surgió la iniciativa de hacer algo así en Mallorca. Se apuntaron 40 personas de las que quedan 12 y por el camino se han apuntado otras. Ahora somos unas 50 personas", explica Josep Ramon Balantzat, presidente de la cooperativa.

En la actualidad, tras mucho trabajo de definición de objetivos, de expresar qué quiere cada uno de los socios, están en el punto más delicado: encontrar un solar.

"En Mallorca es muy complicado porque comprar tierra o casas es muy caro. Estamos buscando hoteles porque los espacios comunes, como recibidor, cocinas, salas de actividades, estarían resueltos, además de las habitaciones individuales, pero también está resultando caro", cuenta Balantzat. En el grupo hay dos arquitectos y subrayan la necesidad de abaratar costes. No olvidan, fieles al ejemplo de la cooperativa madrileña de Trabensol, y porque también son partidarios de ello, en que tenga la menor huella medioambiental posible.

Han tocado todas las puertas, las de la Administración y apoyos financieros. "Nos vimos con Hila para preguntarle si sería viable y nos dijo que los usos ya estaban definidos, después dijo que estaba al aire. Cort tiene otros solares pero habría que recalificarlos", cuenta Balantzat.

Kanostra apuesta por el modelo de cooperativa de vivienda en cesión de uso. Cuando fallece un socio se le retorna el dinero a sus herederos, o pueden mantenerlo si éstos quieren seguir siendo socios.

La cantidad resulta muy elevada para muchas personas. Los de Kanostra son conscientes. Su perfil es de economía media, por ello programas como Cohabita son inviables para ellos porque priorizan a personas con menos recursos. Ahora están en conversaciones con banca ética porque los bancos habituales son suspicaces ante las viviendas colaborativas, una idea relativamente reciente en España. "Antes de dos años, no veo viable que el proyecto pueda empezar", confiesa el que fuera primer diputado verde en Eivissa.

Tras dos años y medio, el grupo se está cohesionando a través de actividades como excursiones, paseos, comidas. Hay parejas, aunque la mayoría son mujeres solas. La edad media es de 63 años. La mitad de los socios están jubilados. Hay mallorquines y peninsulares que llevan años viviendo en la isla.

Cata de los Huertos, fotógrafa, es la secretaria de la cooperativa. Con hijos y nietos, asume como la misma idea: "Quiero vivir entre amigos. Cuidarnos entre todos. No ser una carga para mis hijos. Disfrutar hasta el final activa y con dignidad".

Todos los que deseen información sobre este proyecto pueden escribir a habitatge.col.laboratiu@gmail.com.