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Diálogo contra victimismo

Diálogo contra victimismo

No sé si la culpa la tienen los reality shows televisivos, la mala leche que mucha gente vierte en las redes sociales o simplemente la inconsciencia de quien no valora lo que tiene, pero ahora, en política, la acusación de dialogante se ha convertido en poco menos que un arma destructiva lanzada a la cabeza de quien se atreve a pronunciar las palabras malditas: acuerdo y diálogo.

Sí, hablar está mal visto aunque, circunstancialmente, debatir sí esté de moda. Debatir sí dialogar no, sería el eslogan. Dos debates, dos, en los que todo ha sido atado gracias a las bolas de la suerte que han decidido quien llega y se va primero, quien habla y quien calla el último además de dónde se sientan cada uno de ellos en los platós televisivos. Antes han ultimado temas, minutos y entrevistadores. Todo muy espontáneo. Una sucesión de monólogos salpicados de intentos de desacreditar al vecino. Recordaremos la mejor ocurrencia, como la niña de los chuches de Rajoy, en una sucesión de monólogos.

Frente a los debates dictados, prefiero las conversaciones, los diálogos y los pactos e incluso las renuncias. Estos conceptos hoy casi revolucionarios, siempre han sido claves en los avances sociales, en los pasos hacia adelante de la civilización, en el camino hacia una convivencia más justa.

Madre mía, qué trasnochada ¿verdad? Hablar de convivencia en la época en que la queja, el insulto y el agravio es lo que mola. Será por eso que los mensajes políticos de muchas de las candidaturas alimentan el victimismo y lanzan anzuelos con cebos envenenados para que piquen y piquen, engordando un pequeño monstruo.

Así que frente al victimismo que alimenta españolismo e independentismo, frente al mal rollo y sectarismo y frente a la queja continua de quienes no valoran lo que tienen, yo pongo en valor las propuestas tranquilas. Frente al rencor y el odio, la mentira y el dramatismo, prefiero escuchar y observar para que las palabras y los hechos convenzan.

Cuando yo me eduqué, ser quejica estaba muy mal visto. Ahora no. Siempre se había distinguido muy bien entre ser quejica y reivindicar unos derechos legítimos. Ahora no. Mesa de diálogo, pacto para la convivencia, convenios para el desarrollo, conversaciones para la paz y negociaciones de desarme han sido y esperemos que sigan siendo, un entramado de gestiones en las que los grupos contendientes deben bajar el tono y pretender un bien mayor y común a todos ellos. Diálogo sí, victimismo no, sería mi propuesta.

En política, que no es otra cosa que la gestión de lo colectivo, negociar, pactar, consensuar, acordar, es lo natural, lo inteligente y lo inevitable no solo en el momento de constituir una mayoría de gobierno, sino en la gestión de toda la legislatura y con la mirada puesta más allá.

Ya que las elecciones generales están a la vuelta de la esquina les propongo que voten a quien no divida, a quien no alimente el odio y a quien asuma el consenso como un valor.

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