El mal tiempo obligó ayer a trasladar el Via Crucis de Llorenç Moyà, a cargo de Taula Rodona Teatre, de las escalinatas de la Seu al interior de la iglesia Sant Felip Neri. El cambio y la improvisación tuvieron su recompensa y la representación fue mucho más intimista, con un sonido nítido y la emoción rozando, literalmente, a los espectadores.

A medio montar la escenografía y bajo un cielo amenazante, Taula Rodona decidió a media mañana recoger bártulos y trasladarse a Sant Felip Neri, el plan B anunciado en caso de mal tiempo. Los actores y músicos que hicieron posible este Via Crucis se adaptaron al espacio habilitado en la iglesia, donde se retiraron los bancos hacia los laterales para despejar la nave central y convertirla así en un escenario. Más de 200 personas contemplaron el espectáculo, basado en el poemario de Llorenç Moyà publicado en 1961.

El impactante sonido del tambor anunció el comienzo de la función. A partir de ese momento, el público congregado en la iglesia se quedó en silencio, expectante por lo que iba a suceder. En el exterior, los curiosos se agolpaban mirando con curiosidad y sin posibilidad de entrar, ya que había que garantizar el suficiente espacio para la representación.

El Via Crucis se vivió con mucha intensidad dentro de Sant Felip Neri, donde los actores se movían a escasos centímetros del público. Quizás no fue el escenario al que la compañía ya estaba acostumbrada, pero se ganó en otros aspectos, como la intimidad que propició el interior del templo.

Àngel Colomer encarnó de nuevo a Cristo. Le acompañaron en los papeles principales Ana Garcia, como la madre de Jesús, y Xisca Sureda, en el papel de Verónica. Catalina Sureda, Maria Magdalena Aguiló, Pep Banyo y Lluís Caldas fueron los lectores del Via Crucis, con Bernat Pujol, director del montaje y de Taula Rodona, como presentador. Vicky Pieniazeck puso de nuevo su voz a la dramatización.

En los 34 años que lleva representándose este Via Crucis, tan solo en otra ocasión el mal tiempo trastocó la representación en las escalinatas de la Seu, comentó Bernat Pujol. "Hemos tenido que improvisar muchísimo, porque los movimientos son un poco diferentes, el espacio de la Catedral es más amplio y más dramático, con esa subida de la escalera... Pero creo que aquí los actores han respirado, se han podido mover bien y se ha visto bien. Hoy, toda la parte de la música y el texto se ha escuchado muy limpio. Y hemos disfrutado todos", añadía el director, satisfecho del resultado.

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