El Crist de la Sang aguarda el momento de la resurrección el Domingo de Pascua, pero antes procesionó por un abarrotado casco antiguo que este Jueves Santo se convirtió en el escenario del día más importante del año para las 33 cofradías de Palma, con unos 4.800 participantes.

Pese a que el viento deslució la tradición de portar cirios encendidos, ya que constantemente se apagaban y hacían trabajar a los monaguillos, el recorrido religioso transcurrió con la solemnidad y recogimiento habitual. Hubo mucho retraso a causa de las paradas de los pasos a costal, por lo que el Crist partió una hora después de lo previsto de la iglesia de la Anunciació a hombros por la Prohomía de la hermandad de la Sang.

Cerraba la comitiva el obispo, Sebastià Taltavull, y los fieles más devotos de esta multitudinaria procesión, que llegó a la Catedral bien entrada la madrugada. Les precedieron las cinco cofradías más antiguas de Ciutat: la Cruz de Calatrava, la Virgen Dolorosa, las Cinco Llagas -cuyo paso no tenía peana porque se está mejorando y fue portado a hombros por la Guardia Civil-, la Santa Faz y la Esperanza, que salió de la plaza de l'Hospital casi dos horas después de lo previsto, por lo que muchos feligreses se perdieron el lanzamiento de pétalos que se hace en la calle Oms al paso de la Virgen, cuyos 1.450 kilos son portados por 28 costaleros.

En esta vía peatonal había sitio reservado con sillas particulares desde primera hora de la tarde, que se sumaban a las 1.500 que eran alquiladas por siete euros en la Costa de la Sang, Oms y Sant Miquel. Su colocación en hilera flanqueando ambos lados de las calles impedía cruzar, por lo que los rodeos que tenían que hacer quienes no querían asistir a la procesión eran considerables. En la confluencia de la Rambla con la bajada desde la Anunciació, la Policía habilitó un pasillo que se abría y cerraba según el ritmo de los penitentes.

Allí recibió uno de sus muchos aplausos la Virgen de la Salud, el primer gran paso a costal del Jueves Santo, que estrenaba el manto restaurado, tres joyas y portacirios individuales. Eran las 20,30 y la procesión de la Sang avanzaba con siete cofradías por delante, además de los penitentes libres, los Tamborers de la Sala y la Policía Montada. Aún quedaba mucho camino y horas hasta que el Crist saliese de la iglesia. En la espera frente al altar, estuvo en todo momento acompañado por feligreses y los cofrades que se despedían antes de partir.

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