La treintena de costaleros bajo el paso cruzó en cuclillas la puerta de Santa Clara con el aliento de las palabras "vamos bien" y la tensión de llevar sobre su cuerpo más de una tonelada de peso. La talla la Elevación de Cristo en la Cruz es muy delicada y no debía tocar el dintel ni las jambas de la entrada del monasterio de las clarisas. Lo lograron, por lo que en cuanto el capataz de la cofradía del Cristo de la Agonía gritó "¡arriba!", los aplausos empezaron a sonar, al mismo tiempo que la agrupación musical la Salud, que interpretó el Himno Nacional y, justo después, la Madrugá Gitana.

Era noche cerrada, poco más de las 21,30 horas, y la confluencia entre las calles Santa Clara y Can Fonollar estaba llena de gente que no quería perderse el momento más impactante de la procesión, su final, debido al poco espacio existente para sacar la imagen que representa la undécima Estación del Via Crucis. Más de una hora antes habían comenzado a partir las otras cofradías y dos pasos a costal, el de María Santísima de la Concepción, que pertenece a la hermandad Jesús del Gran Poder y era la primera vez que salía el Lunes Santo; y el de la Piedad, de Santo Tomás de Aquino.

El otro momento importante fue la salida de Nuestra Señora de la Esperanza de la basílica de Sant Francesc, ya que el tamaño del paso impide que procesione por las estrechas calles del entorno de Santa Clara, por lo que aguardó en la plaza Santa Eulàlia la llegada de las cofradías. Sus penitentes y tres hermandades más siguieron con la Virgen por el recorrido previsto acorde a su tamaño.

Mientras tanto, en una Llotja llena de turistas, la procesión dels Boters partió puntual a las 21 h. de la iglesia de Sant Joan de Malta con 13 cofradías, entre las que se encontraban la Soledat, Santa Creu, l'Assumpció, Sant Jaume, los Cartujos y la anfitriona, la Creuada de l'Amor Diví, con el paso del Crist dels Boters.

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