Un gesto simbólico: compartir una merienda con pasteles y cocas hechas por los participantes, residentes en las fincas del Forn del Vidre Vell y Hostal de Santanyí, amenazados de desahucio si no pagan alquileres desorbitados que en realidad enmascaran “los deseos de la propiedad para echarnos, la S.L., Agopolis”. Está sucediendo esta mañana, en la plaza Nova Ferreria. Mujeres en su mayor parte y también inquilinos comparten su desasosiego. “Nos hacemos visibles, hacemos barrio, compartimos”, dice Enqui López, una de las afectadas.

Daiana Camargo lee con voz rotunda un manifiesto claro: “Seguimos denunciando el acoso invisible y de expulsión forzosa que sufrimos en las viviendas protegidas de sa Gerreria, vendidas hace tras años a un fondo buitre”. Las víctimas del acoso son familias con niños, personas mayores, algunos inmigrantes de otros países que han buscado en Palma una nueva oportunidad de vida digna. Son 45 viviendas y 120 personas las que pueden acabar en la calle si no se someten a la coacción y amenaza.

“¡De aquí a tres meses te saco! ¡Te tendría que cobrar 1.300 euros!” le dijo la representante de la propiedad a Valeria, que liquida mensualmente 730 euros y le quieren subir a 850 euros.

La táctica es diversificar los casos, pero en todos ellos hay algo común: Sustituir inquilinos que se acogieron a alquileres sociales por personas de paso, turistas, que permiten a la propiedad sacar copiosos beneficios.

“Sorprende ver como los pisos, a medida que son vaciados de sus inquilinos, se realquilan a desconocidos que en muchos casos apenas transcurren un par de meses. Nos preguntamos qué tipo de inspección realiza la conselleria de Habitage. Dudamos mucho que estas actuaciones sean sancionadas tal y como asegura el director general de la vivienda. Si así fuera, las irregularidades habrían cesado y, muy al contrario, se multiplican”, prosigue Camargo en la lectura del manifiesto.

Los niños juegan, pintan en sábanas blancas, motivos de sus países de origen, o del barrio. Carles Bover filma para su proyecto de dejar testimonio de la ciudad con mirada de mujer, que ha tenido que parar unos meses por el reciente Goya por su cortometraje ‘Gaza’

De nuevo la Associació de Veïns Canamunt Ciutat-Antiga y Ciutat per a qui l’habita están con las víctimas de desahucios de la codicia. Enqui López apunta agradecida que “el alcalde Antoni Noguera se ha ofrecido como mediador entre la propiedad y nosotros”. Los propietarios han aplazado el encuentro. Elecciones. Un freno oportuno pero el miedo sigue. La valentía también: “Las vecinas y vecinos no vamos a ceder ante mentiras y abusos por agresivos que sean. Exigimos una solución a nuestro problema de vivienda que pasa inevitablemente por un alquiler digno”

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