El horno La Vida Dolça, de Joan y Miquel Pujol, los hijos del conocido pastelero Miquel del Forn de la Pelleteria, ha abierto sus puertas en Palma. La esquina entre las calles Rosselló i caçador y Àngel Guimerá, frente al Banco de sangre, se ha convertido en la esquina más dulce del barrio. El ir y venir de clientes desde primeras horas de la mañana ha desbordado las previsiones.

"Estamos contentos pero también con mucho trabajo", comenta Joan Pujol, el menor de los hijos del que fuera uno de los grandes pasteleros de Palma, Miquel Pujol.

La novedad de este negocio es que amplía a cafetería el obrador de cremadillos, panes, empanadas y ensaimadas. El local es diáfano, gracias a sus amplios ventanales, y acogedor, con mesas de madera y una pequeña barra que da a la calle.

Con la apertura de este horno, son ya dos los que llevan la firma de la familia Pujol. Tras la muerte de Miquel en 2014, sus hijos abrieron un local en Son Ferriol pero "ahora que hemos visto que va bien, nos hemos decidido en volver a Palma. Los clientes nos l pedían", ha asegurado Joan Pujol.

No han podido regresar a la calle Pelleteria ni al centro histórico por los elevados precios de los alquileres, pero "nos gusta esta zona, es muy vital", subraya el pastelero.

El horario de La Vida Dolça es de 7 de la mañana a 19 horas todos los días. Los fines de semana de siete al mediodía.

Herencia

Los Pujol son el cuarto eslabón de una familia de pasteleros. El bisabuelo inició el negocio cuando al emigrar a Argentina a principios de siglo XX, aprendió las artes del buen pastelero. A su regreso a Palma, en 1914 abrió el famoso Forn de sa Pelleteria, que continuaron sus herederos.

Sería su nieto Miquel, el que dio popularidad a esta saga 'de harinas', endulzando el barrio de sa Calatrava desde donde exportó su buen hacer por todo el mundo.

Existen tres libros de recetas de Miquel Pujol sin publicar. Sus hijos las siguen usando. "Son el fruto del trabajo de la familia", dicen.

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