María García es doctora en Geografía por la Universidad Complutense de Madrid, especializada en el impacto del turismo en los centros históricos de las ciudades. Invitada por Palma XXI participó el viernes pasado en los Encontres sobre turisme de masses donde explicó el caso de la ciudad de San Sebastián, que ha aplicado una moratoria desde 1994 en lo viejo de la ciudad que no permite abrir restaurantes. En 2018, otra ordenanza apunta que el alquiler vacacional es una actividad económica y por tanto está sujeta al mismo régimen de otras. La geógrafa cree que "se debería limitar la entrada de turistas en Palma, siempre y cuando fuera una decisión consensuada por la sociedad".
P Ha llegado el mismo día que se investiga al alcalde de Palma por un delito de prevaricación por la regulación del alquiler turístico en Palma. ¡Con el turismo hemos topado!
R Pues sí porque es un tema que tiene tantos intereses, son tantos los que viven de él, que cualquier medida que lo regularice, controle o limite la actividad levanta ampollas. En San Sebastián, la ordenanza turística también está recurrida. Si hay demanda, los empresarios se preguntan ¿cómo me limitan la capacidad de negocio? El alquiler vacacional ha existido, el problema llega al meterse en las ciudades, sobre todo en los cascos históricos, que hace que el impacto sea mayor por la diferencia de renta entre el alquiler turístico y el convencional.
P ¿Ciudad para vivir o ciudad para visitar?
R Lo ideal sería ciudad para vivir. La sociedad civil es la que tiene que hacerla suya.
P Una "sociedad civil" que entre hoteleros, propietarios, bancos, y algunos políticos apoyan el negocio. ¿Hay que poner límites?
R Las expectativas de rentabilidad son muy altas, hay que ver si los políticos son valientes y piensan en medidas que frenen esta tendencia para que las ciudades sigan siendo para la gente del lugar. Dicho esto, no todo lo relacionado con el turismo en los cascos históricos es negativo porque ha tenido un papel fundamental en reactivación de casas antiguas que al convertirse en hoteles con encanto se han salvado. Lo que ocurre es que estamos en un punto en que el turismo ha crecido exponencialmente por vuelos baratos y las llamadas plataformas P2P que empezaron no como negocios sino como economía colaborativa que al profesionalizarse se ha producido la acumulación.
P ¿Especulación?
R Yo hablaría de codicia frente a una nueva fórmula de negocio que no está regularizada.
P Un reciente estudio de carga turística en Palma cifra en 90.000 personas en el centro histórico el pasado verano. ¿Diría que estamos saturados?
R Palma tiene una presión turística grande, pero el problema son los cambios urbanos asociados como el aumento del volumen de pisos en alquiler turístico que expulsan a la población residente, o la pérdida de comercio tradicional. Ambos determinan procesos de turistificación, es decir, que la ciudad pierde sus funciones urbanas tradicionales de residencia, equipamientos administrativos, educacionales, sanitarios, y se transforma en un espacio monofuncional, es decir, restaurantes, comercios, hoteles. Pasa en Venecia, el centro histórico de Toledo, Barcelona.
P ¿Palma?
R No conozco a fondo el caso pero quien sí lo conoce, habla de que se da en dos o tres ejes del centro histórico. El mayor indicador de turistificación en una ciudad es la pérdida del comercio tradicional sustituido por franquicias, marcas globales y negocios de restauración. Pero esto no es solo a consecuencia del turismo sino por la Ley de arrendamientos urbanos que provocan subidas de alquileres y por los cambios de hábitos sociales. ¿Quién compra cirios o esparto en las pequeñas tiendas que había en la ciudad? Ahora si sobreviven, lo hacen hipsterizadas.
P ¿Asimilaría la saturación turística a la gentrificación y aumento de los desahucios?
R Al aumentar el uso turístico se provocan cambios en el perfil del comercio que disminuye la vivienda destinada al alquiler tradicional y se dedica al vacacional. Se produce un aumento de demanda de compra de inmuebles. ¿Quién los compra? Los desahucios es el símbolo de la pérdida de valores morales de la sociedad porque detrás de cada desahucio hay personas. Estamos creando espacios elitistas destinados a quien los puede pagar o para que se hagan funciones destinadas a quien las puede pagar.
P ¿Lo mejor de las ciudades, sus centros históricos, para la élite?
R El centro antiguo de Palma es para las personas con alto poder adquisitivo y los turistas que pueden pagar 2 o 3 días en esos inmuebles.
P ¿No hay crisis para el turismo?
R Tiene una capacidad de supervivencia muy alta frente a momentos de crisis. Los hoteles han salido, han recuperado niveles pero no los niveles de empleo. En el fondo es un problema ético porque al final todos somos turistas; el turista no es una clase social aparte, y todos consumimos estas nuevas fórmulas de negocio de bajo coste.
P A la que se han sumado los hoteleros, que lucharon contra el alquiler vacacional...
R ... Hasta que vieron que había un gran negocio...
P ¿Cómo va a dibujar el turismo las ciudades del futuro?
R A corto plazo el escenario es negro, no parece que haya perspectivas de autorregulación del flujo de visitantes. Pero si se limitaron las afluencias en zonas de espacios protegidos, o se ha hecho en monumentos como la Alhambra, por qué no llevarlo a las ciudades. Ese es el gran reto.
P ¿Y políticas valientes?
R Sí, y dotadas económicamente, porque reclama un aparato de vigilancia que es imposible. El fenómeno es tan rápido que excede la capacidad de respuesta administrativa. El tema es cómo se tributa a Hacienda. ¡Me genera tanta impotencia! Es David contra Goliat: ¡un ayuntamiento es tan pequeño frente a las dimensiones del proceso!
P ¿Entiende la turismofobia?
R Comparto el malestar social de los vecinos de los centros históricos. Es necesario que haya esa voz.
P ¿Todos somos turistas?
R Sí, y me molesta el que se ve como viajero y los demás turistas. ¿Qué me diferencia a mí que soy una interesada en Patrimonio cuando hago una foto de otra persona? No podemos hacer exámenes de actitud de los turistas.
