Los vecinos de Son Espanyolet han estallado frente a un empresario noruego que “no es bienvenido” porque “está especulando con el barrio”.

La pintada en la fachada de una casa en la calle Alzina número 40, también adquirida por este mismo negociante, indica a las claras el sentir de los vecinos: “¡Váyase! En este barrio no lo queremos! El propietario de esta casa es un prepotente, incívico, irrespetuoso, maleducado y mentiroso”.

El varapalo no se limita al empresario escandinavo, recibe la Administración: “Los políticos le dejan hacer lo que le pasa por los cojones. ¡Váyase!”, reiteran.

Esta tarde se reúne de nuevo la plataforma vecinal, creada el verano de 2018, que está luchando y denunciando para evitar que el barrio se convierta en la panacea para el negocio del alquiler vacacional como está ocurriendo. Los vecinos llegaron a pedir al Ayuntamiento que la declarase “zona de exclusión” y que prohíba el alquiler en estas casas, incluidas las casas unifamiliares entre medianeras.

Las pintadas se han hecho con carboncillo en la fachada de una casa donde vivía una persona mayor que la legó a sus sobrinas y que han acabado vendiendo al empresario noruego. “Este señor especula. Ha comprado nueve casas y en cada una anuncia nueve más; mientras Cort y el Consell de Mallorca no hacen nada”, indica un vecino e integrante de la plataforma.

El nuevo propietario, el inversor noruego, tiene licencia para reformar esta casa en Alzina 40, solo que los vecinos están alarmados porque están viendo cómo se descarga por la parte trasera una cocina industrial y baños por géneros, para mujeres y hombres.

“Vamos a ver si en un par de meses se pone a hacer esta cocina industrial y lo denunciaremos porque él ha pedido licencia para residencia; si lo que quiere es poner un restaurante, está en su derecho pero que lo haga con permiso. ¡Estamos quemados!”, dice este vecino.

Los vecinos están cansados y lo han puesto en conocimiento de la Administración de los ruidos que hacen en las obras que Alzina Living, la empresa que negocia con estas casas convertidas en alquiler de turismo vacacional. “En su página web indica que existe un servicio 24 horas, pero les llamamos y nos contestó que estaba en Inca y que hasta el día siguiente no detendrían el ruido. ¡Es una vergüenza!”, denuncia este residente en un barrio que está perdiendo su peculiaridad en aras del bussiness is bussiness.