La lechuza del campanario del monasterio de La Real no sabía lo que le esperaba. La Real L'Òliba tuvo un primer encuentro con el fuego en una pirofiesta celebrada por los dimonis de Realment Cremats, que se pasaron con las llamas y ella les protegió. Desde entonces, decidieron que sería su deseada Bèstia de Foc y ayer fue estrenada en el Correfoc de Sant Sebastià. Cuando apareció entre el humo y una cortina de espiras en lo alto de Jaume III, se vio flanqueada por dos hileras de antorchas de los dimonis de su colla y avanzó sin pensárselo hacia el infierno, con cara de mala leche y encendiendo sus alas para asustar a la multitud que quería verla.

Eran las 20,10 horas y las otras cinco colles participantes, con casi 220 dimonis en total, ya habían partido del puente de sa Riera y se dedicaban a mover sus más de 1.200 fuentes y carretillas de fuego a lo largo de la avenida comercial y la plaza de las Tortugas. Unas 30.000 personas disfrutaban y se asustaban de las travesuras de los emuladores de Lucifer, como le ocurrió a una turista al inicio del espectáculo -al salir Trabucats-, que tuvo que apartarse llorando y temblando por el impacto de las llamas. Al contrario, Fernando, Jaume y Pau, de 12 años, los tres preparados con sus jerseys con capucha, estaban entusiasmados con el Correfoc, al que Fernando acudía por primera vez animado por sus amigos.

Comenzó con 20 minutos de retraso, a las 19,20 h., y las colles fueron saliendo paulatinamente: Trabucats, Es Cau des Boc Negre, Endimoniats, Kinfumfà, Enfocats y Realment Cremats. Cada vez que aparecía una se encendía de nuevo la cortina de espiras que marcaba las puertas del infierno en el que se convirtió Jaume III la noche festiva de ayer. Tras cada grupo de dimonis extasiados de pirotecnia -quemaron 200 kilos de material- salían los timbaleros, algunos de ellos terroríficamente vestidos, como los de Es Cau.

Las tres 'bèsties' juntas

Mientras tanto, en las Tortugas, las Bèsties de Foc el Drac de na Coca y el Drac de Sant Jordi, y los malvados guardianes, deleitaron al público con sus chispas hasta una decena de veces, sobre todo a los valientes que querían bailar lo más cerca posible de ellos. Su nueva amiga, l'Òliba de la Real, se hizo esperar. La única que paseó por Jaume III -una deferencia de las colles por su estreno- estaba disfrutando de lo lindo en el papel de bèstia alada. Finalmente, llegó a la plaza a las 21,05 horas y fue encendida una vez más para ser presentada en todo su esplendor tras la expectación creada. Poco después, las figuras se unieron y demostraron que el Correfoc las necesita tanto como a los dimonis y los miles de espectadores.

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