Desde el 21 de diciembre al 7 de enero, cinco atracos a taxistas, algunos de ellos llevados a cabo con extrema violencia, han puesto al colectivo en pie de guerra. A lo Gandhi. "Tenemos miedo pero no dejaremos el taxi", asegura Gabriel Rodríguez, taxista con diez años de experiencia y que cubre el turno de noche "porque es el que más me gusta".

DIARIO de MALLORCA se ha montado en el taxi de noche y con él nos hemos desplazado a algunos de los lugares donde colegas de Gabriel fueron atracados entre los días 28 y 29 de diciembre y 6 y 7 de enero. En este último, la víctima fue Leo, "amigo y casi un hermano", expresa un apesadumbrado Gabriel.

En todos ellos hay circunstancias similares: actúan en grupo, dos, tres y cuatro personas, son jóvenes, y la zona de destino es un callejón sin salida con escaleras cercanas, que les permite huir rápidamente. La zona que ha registrado el mayor número de atracos, tres, es Cala Major. El otro punto caliente es Gomila, donde en la vecina plaza del Mediterrani, dos menores de 16 años atracaron con un cuchillo a otro taxista. En el forcejeo, le hirieron en la mano.

Frente a la amenaza de esta oleada de violencia y, sobre todo, tras el ataque a su amigo Leo, han creado un grupo de taxistas para darse apoyo mutuo en noches cuyas carreras pueden acabar en tragedia.

"Tenemos nuestras claves. Si alguno recoge a alguien que puede resultar sospechoso, o tiene una carrera en uno de esos puntos negros, nos lo decimos, hablamos", explica. Con todo, se reafirma, "Palma

Son las 22 horas, un jueves que anticipa un fin de semana víspera de las fiestas de la ciudad. El paseo Marítimo está tranquilo. Gabriel conduce un taxi adaptado para personas con movilidad reducida. Se dirige al lugar donde Leo recogió a las tres personas que poco más tarde le asaltarían a puñetazo limpio. Lo relata y tiembla.

"Entre las calles Ramón y Cajal y la avenida Argentina le pidieron que les llevara a la cuesta que hay antes de llegar al hotel Nixe. Una vez allí, le indicaron que se parara, le dieron un puñetazo y le cogieron del cuello. Intentó zafarse pero le pegaban más, así que se quedó quieto y dejaron de darle. Le robaron 150 euros, el teléfono móvil y el datáfono. Tuvieron la sangre fría de abrir la puerta trasera del coche buscando más botín. Entre los asaltantes había una mujer. Es sorprendente".

El lugar donde tan solo unos días atrás tuvo lugar el ataque al taxista Leo es solitario. Un escalofrío recorre el interior del taxi con el rótulo verde encendido. Libre.

Él se enteró del atraco a su amigo y se dirigió a la comisaría de la Policía Local a poner una denuncia. "Después le acompañé al centro de salud de Llucmajor porque él vive allí. Está bien", asegura. ¿Dejará el turno de noche? "No, seguirá". Como él.

Dos años atrás, Gabriel fue atracado cuando acompañó a Son Banya a un cliente que iba a comprar marihuana. "Los taxistas no entramos en el poblado, y yo no sueño trabajar por ahí, pero era una noche mala, llevaba poco en la caja, unos 25-30 euros, y el cliente que solicitó el servicio por emisora era agradable. Nos atracaron, me hicieron abrir el taxi para robarnos; eran dos gitanos. Me dieron un puñetazo en la oreja que me perforó el tímpano. Puse denuncia. A los dos días los cogieron. Cuesta rehacerte, pero sigues. Ya digo, Palma es tranquila, salvo esas borracheras de latinos, o en verano, los turistas borrachos; a veces, algún listillo hace un 'sinpa'. ¿Les persigues por unos pocos euros? Yo no".

Mamparas, cámaras, esprays

Ser taxista es un oficio vulnerable. Los chóferes están solos y tras su nuca pueden esconderse un cuchillo, unas manos, una bolsa de plástico, una pistola. Si quien conduce es una mujer, el temor se incrementa.

"Ellas son las que tienen más miedo. Desde lo ocurrido, las que hacen turno nocturno se van antes a casa", asegura Gabriel Rodríguez.

¿Cómo protegerse? Mamparas, cámaras de seguridad, esprays de pimienta... El Ayuntamiento anuncia ayudas para la compra de cámaras de seguridad de alrededor de 30.000 euros, con la idea de aumentar la cantidad.

"Creo que es la mejor alternativa porque hace que el cliente se sienta cohibido, y puede disuadirle. En cuanto a las mamparas, a mí, particularmente, no me gustan. Me resultan muy incómodas, y más en el tipo de taxi que manejo. El espray de pimienta puede funcionar si el atacante es una sola persona, pero ¿qué haces cuando son más?"

Los cursos de autodefensa, que va a proporcionar el Ayuntamiento, tampoco garantizan nada. "Por más técnicas que te enseñen, el problema es el ataque en grupo. En mi opinión, si te atracan, lo mejor es darles el dinero. De todos modos, tampoco llevamos tanto dinero. No es lo habitual".

Gabriel conduce y habla. Poco a poco se ha ido tranquilizando. Llegamos a la plaza del Mediterrani, otro lugar donde se ha producido un reciente atraco. Enseña las escaleras que conducen al Marítimo. "En noches de juerga, hay mucho trasiego, y pueden confundirse con la gente", dice.

"Intentas evitar estos puntos calientes para evitar problemas, pero te puede pasar en cualquier lado. Hemos pedido más presencia policial en estas zonas. Creemos que estos últimos atracos son bandas. Piensan que es dinero rápido y fácil pero se equivocan. Los van a coger, estoy seguro", afirma. Bajamos de su taxi. Le queda mucha noche por delante. Suerte.

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