Con los nervios a flor de piel, una hora antes de la llegada al Moll Vell de los Reyes Magos, cientos de niños se acercaron al puerto para ver en primer plano a sus adorados Melchor, Gaspar y Baltasar. Con la mirada puesta en dirección sureste, vieron como el sol se inclinaba y preguntaban a sus padres "¿cuándo llegarán?" Un sonido ensordecedor les contestó. El Rafel Verdera atracó en el puerto a las 18 horas. Ni un minuto más ni uno menos. La cuenta atrás por fin empezó. La noche empezó a latir a toda velocidad. Como la Cabalgata.

Al poner pie en suelo firme, Sus Majestades fueron ovacionados. Empezaron las peticiones. Entre los tres de Oriente, siempre hubo bandos, los hay que sin saber porqué escogen al canoso Melchor, otros apuestan por el castaño Baltasar pero es el negro Baltasar el favorito. Los tres se han movido por el pasillo central del Moll Vell, tras saludar en el pequeño escenario, y repartieron abrazos y recogieron las cartas de los más rezagados.

Sorprendió a algunos, el gran parecido del rey Gaspar con el político Pep Lluís, de Ciudadanos. No paró de dar efusivos abrazos que los niños han agradecido a grito de "Gaspar, Gaspar...".

Ese eco y "Melchor, ven", o "Baltasar, estoy aquí", acompañaron a los de Oriente a lo largo de una Cabalgata con un séquito numeroso. Más de 600 personas entre sus pajes, comparsas y carrozas.

Este año participaron trece carrozas y 19 comparsas. El centro de Palma se convirtió en un bosque floral lleno de seres mágicos que salían del interior de una gran cornucopia, de setas gigantes, de frutos inmensos.

En la esquina más extranjera, entre la avenida de Antoni Maura y la plaza de la Reina se vieron a numerosos turistas, o residentes, que también buscaron su caramelo. Sí, porque los Reyes son cada vez más dulces y lanzaron desde sus carrozas, o pidieron a sus pajes que lo hicieran, 7.350 kilos. Eso sí, caramelos sin gluten.

Padres espoleando a los pequeños para que fueran tras su caramelo como una desesperada madre que no paraba de repetir a su hija "¡Anastasia, corre, que aquí hay muchos caramelos!"

Mientras miles de familias siguieron el desfile de los Reyes de Oriente, otros aprovecharon sus últimas compras. La Cabalgata no interrumpió la vida de un sábado por la tarde, en la Noche de Reyes, que transcurrió sin incidentes.

Dispositivo policial

Desde la Policía Local se informó del dispositivo "habitual" que acompañó la Cabalgata: 50 agentes y veinte voluntarios de Protección Civil. Algunas calles amplias como el paseo Marítimo en su encuentro con la Avenida Argentina se vio cerrada con barreras de hormigón.

Los Reyes llegaron al Casal Solleric sobre las 20.45 horas. Allí se dirigieron al balcón, en compañía del alcalde Antoni Noguera, de la regidora de Participación Ciudadana, Eva Frade, de Aurora Jardí, de Función Pública y Aligi Molina, de Igualdad, y saludaron a los niños y padres que no daban crédito a ver en directo un acto mágico.

Por eso quizá una de las niñas que estuvo en el Born quiso vestirse de princesa. La pequeña era italiana. No se olvidó de colocarse la corona.

Algunos asistentes se sorprendieron de ver un enorme ojo desde una de las carrozas. "¿Qué mira?", le preguntó un anciano a su nieto. La respuesta fue pequeña: "Todo". Quizá ese ojo contempló cómo unas mujeres musulmanas disfrutaron, no sin cierta sorpresa, de aquel festejo que también sonó a música oriental. Y también vio como un padre filmó al rey de su color para enseñar cómo es Baltasar. Unos Reyes dulces e integradores.