Pese a que los empleados de Emaya acuden cada día al monumento protegido, no trabajan con la diligencia necesaria y no recogen la cantidad de suciedad que se acumula en el Baluard del Príncep, sobre todo procedente de la práctica del botellón, como critican residentes del barrio de la Calatrava. Los denunciantes han reprochado esta actitud a quienes tienen el cometido de mantener limpia la ciudad, aunque no les han hecho caso, sino que en muchas ocasiones aparcan las máquinas barredoras sin haber recogido antes la basura.