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Esqueletos de farolas

Cualquiera es capaz de ver que una farola sin cristales es un proyecto de farola, un esbozo, algo inacabado

Se ha cambiado el tipo de luz y se han eliminado las farolas de hierro y vidrio. j. capó

Las aceras, los rótulos de las calles y las farolas son signos distintivos de las ciudades. Marcan la diferencia, son un rasgo de personalidad. También los taxis, pero de aquella imagen especial de Palma en marfil y negro hace tiempo que nos despedimos. Los rótulos de calle, de mármol, en muchos barrios van siendo cambiados por otros de material plástico que, sin ninguna necesidad, roban unidad a nuestra ciudad. Con el tipo de baldosa para la acera no hemos sido nunca muy afortunados y, tras las quejas por perder uno tras otro los bordillos de piedra, ahora se retiran con más discreción. Las últimas víctimas han sido las farolas, no han dejado ni una. ¡Qué falta de apego a aquello que nos distingue!

Hablemos de la masacre. Habrán visto que las farolas de toda nuestra ciudad han desaparecido. En su lugar se han instalado unos esqueletos de similar forma pero sin carne ni piel. Hemos pasado del hierro y cristal a un contorno de PVC a secas.

Parece ser que con el objetivo de reducir gasto energético y contaminación ambiental, había que cambiar el tipo de luz de la habitual de nuestras calles a la iluminación LED. Nada que objetar. Yo lo he hecho en mi casa. He comprado bombillas, a un precio considerable, y he ido desenroscando las viejas y vuelto a enroscar las nuevas. Por supuesto en la misma lámpara.

Pero en Palma no se han sustituido solo las bombillas. Repito: se han eliminado nuestras farolas de hierro y vidrio y nos han colocado un espectro de plástico. El trueque ha sido muy desfavorable para la ciudad, una tomadura de pelo, en realidad. O un robo.

Recuerdo la época en que el plástico empezó a invadir nuestras casas usurpando nuestros enseres más cercanos: platos, vasos, cantimploras, sofás. ¡Ay los sofás de escay, qué desgracia! Las familias se deshacían de sus butacas de armazón de madera con cubiertas y cojines de tela, para pasar al nuevo material. En aquella época lo moderno siempre era mejor, aunque a veces no lo fuera. Quienes sufrimos al despegar nuestra piel de aquellos artefactos, sabemos bien de lo que hablamos. ¡Cuánto dolor y cuánto sudor!

Que nuestros gobernantes padezcan el síndrome del escay, a estas alturas, da pena. Y rabia. Lo nuevo, lo moderno, lo avanzado tecnológicamente es fantástico cuando se ha llegado al final de la investigación y se tiene el modelo idóneo. En los pasos intermedios se dan muchos abusos. Cualquiera es capaz de ver que una farola sin cristales es un proyecto de farola, es un esbozo, algo inacabado. Si para colgarnos esa liviana estructura antes nos han birlado nuestra clásica lámpara de hierro y vidrio traslúcido, entonces hemos sido víctimas de un timo. Un timo seguramente avalado por informes técnicos y jaleado por políticos, por supuesto, pero, a mi juicio, un timo a la ciudadanía. ¿Que dónde están todos nuestros fanales? Ni idea.

El mal está hecho. Ha sido inútil advertir, reclamar, reunirse, exigir? ahora toda Palma está llena de unas farolas de plástico a las que no se le pueden adaptar cristales. Patético.

Tenemos una iluminación espectral porque no se ha sabido consultar y esperar. Las prisas por aprovechar subvenciones son malas consejeras y no justifica saltarse los controles y que no se sopesen convenientemente pros y contras.

Este dramón solo ha sido la primera parte; ahora se está rodando la segunda. La empresa ganadora del concurso para modificar la iluminación convencional e instalar LED en la ciudad, con el resultado explicado, ganó, entre otros motivos, por haber ofrecido iluminar la Catedral y el Castillo de Bellver asumiendo ella los costes. Pretenden que modernos báculos llenos de focos amenacen dando la cara a la Catedral y la espalda a la Almudaina. Otro timo, otra barbaridad que consumarán, si no lo evitamos, sin escuchar a quienes ya nos hemos desgañitado en sus despachos. ¿Era eso la participación ciudadana, hacer perder el tiempo y la paciencia?

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