El mercadillo del Rata Corner se ha convertido en un híbrido entre los Portobellos del mundo y las ferias experimentales más allá de la cultura líquida. En su cuarta edición se puede afirmar que es un acierto. Miquel Ferrer, su creador, se ha apuntado un tanto. Palma necesitaba un espacio así. En el primer día, el antiguo parque de bomberos ardió en talento.

"Este año se han quedado algunas personas sin poder venir porque se acabó el plazo lo que indica que el mercadillo está ya afianzado. La apuesta por producto de calidad, artesanal, variado, original y que el cliente tenga contacto director con quien hace las cosas es lo que persigue Rata Corner", indicó Miquel Ferrer.

La diversidad es marca de la casa y en este mercadillo, que concluirá hoy a las 20.30 horas, se dan la mano los flip book, ediciones de Julie Reier y del animador Jossie Malis, cuyos folioscopios son un placer para los ojos.

Y arte para las manos, los cartoon jocs, que hacen los artistas Tatúm y Gabriel Golomb, presentes con objetos que uno puede armar, desarmar, y colorear. Solo aptos para niños de todas las edades.

En la diversidad de los 65 puestos abundan las joyas como las de Mamalula, "joyería de taller mimada a mano", con diseños sutiles en plata, oro e inspiradas en Matisse, que nacen de las manos de María Saura.

Otro apuesta por engalanarnos de otra manera son las piezas de Silvia García bajo su firma Au Revoir, Lula, en las que el equilibrio entre la levedad de las planchas de latón y las cadenas de ferretería, convierten sus joyas en un 'adiós' relativo.

A su lado, la versátil Pascale Saravelli que presenta bajo el tejón su zoológico de croché. La que fuera voz de Vacabou, enhebró las agujas al convertirse en madre. "Aprendí en YouTube. ¡No tengo una abuela o una madre que me hayan enseñado a tricotar!", ríe.

Los críos se acercan a enseñar a Silvia García sus guijarros que ellos ven como "tus piedras preciosas". Después se van a la zona de juegos de madera XXL y otros se dejan hechizar por na Lili i el Nadal. Y entre las manos costureras, las ropas de Antònia Camia y María Magdalena Mesquida.

Afuera de la nave, surge el pinchazo del set DJ Som Vinils que tanto se marca un ragtime como un rap de primera.

La jalancia está al alza. No faltan los puestos de productos de primera como la miel Caramel que lleva a cabo Martí Mascaró, el apicultor ecológico que empezó con tres cajas de abejas y ahora cuenta con 150. "Hacer miel es difícil", apunta.

No muy lejos están los de la asociación de Varietats Locals que trabajan por el fomento de la conservación y producción de variedades locales. Aina Socías, la coordinadora, explica los pormenores de unas simientes que han pasado de generación en generación.

Desde la mirada artística, Rosa Caterina y Aina Crespí traban Tinctorum, con ropas tintadas con productos mediterráneos. Forman parte de La Guilda, que en Torre de l'Amor comparten espacio de creación donde se imparten cursos de artes.