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Palma a Palma

Casa Mulet

Casa Mulet

Algunos rincones de la ciudad significan para ti mucho más que otros. Porque acumulan una historia personal. Y además, su destino resulta emblemático. Representan mucho más de lo que son.

He visto cómo las máquinas derribaban la antigua casa Mulet de la plaça Gomila. Una vivienda sencilla, abandonada desde hace años. Pero que yo conocí bien. Allí vivían las hermanas Mulet, muy conocidas en todo el barrio. Yo fui inquilino de un piso suyo, cuando ya eran mayores. Eran dos señoras encantadoras: Joana y Catalina. Historia viva del Terreno, ya que habían conocido a todo tipo de personajes e historias. Eran muy 'terreneras', en el sentido de vivaraces, cosmopolitas, afables. Siempre tenían algo que contar.

Cada mes me acercaba a aquella casa para pagar el alquiler. Abría la verja y llamaba a la puerta, en un pequeño jardincillo que por entonces estaba ya bastante pocho. Salían poco de casa. Solo para pasar unas vacaciones en la playa de Muro, donde recogían todo tipo de objetos llegados del mar. Como quien hace colección de objetos valiosos.

Un día, un delincuente logró entrar en la casa. Las intimidó para robarles. Y entonces colocaron unas grandes rejas en las ventanas, que hasta hace bien poco todavía estaban. Desde detrás decían con voz lastimera: "Mira por dónde. Nos han robado, pero ahora las que estamos en la cárcel somos nosotras".

Mientras, la plaza Gomila iba transformándose, convirtiéndose en un lugar bien diferente. Mucho más bronco, abandonado y triste. Ellas seguían en la ventana. Como testimonio de los tiempos del tranvía del Terreno, de los vecinos que se conocían todos, de las salas de fiestas cosmopolitas.

Luego la casa quedó cerrada y abandonada. No supe más de ellas. Pero recuerdo perfectamente la entrada, los muebles, los rincones. Todo lo que ahora una máquina se ha llevado por delante.

Probablemente, acabarán levantando allí mismo algún inmueble de lujo. Cuando el Terreno deje de ser una zona olvidada y empiece a cotizarse. Pero no deja de producir tristeza ese ocaso de una barriada amable, llena de jardines y luz, de gente amistosa y locales familiares.

La piqueta se ha llevado mucho más que la casa Mulet. Se ha llevado toda una época y una forma de vivir.

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