Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Montse Fuster Cabrer: "Las personas con alguna discapacidad son antenas parabólicas"

La presidenta de Amadip Esment está "orgullosa" del trabajo de la entidad en favor de sus usuarios

Montse Fuster entró en Amadip para estar un año. "¡Llevo 33!", dice. B. Ramon

"Las personas van a construir una vida según sus propios términos, tanto si son sordos o daltónicos o autistas o lo que sea. Y su mundo será tan rico e interesante y pleno como pueda ser nuestro mundo". Lo dijo Oliver Sacks, una de las personas que mejor entendió al otro, al que nos parece diferente, desde su oficio de neurólogo.

Montse Fuster Cabrer -Manacor, 1948- lo sabe bien desde su experiencia personal como madre de Lourdes, que con síndrome de Down le ha "enseñado a saber estar", y a la que describe como "mi maestra", y lo sabe también desde su posición de presidenta de la fundación Amadip Esment. "Llegué para estar un año y ¡llevo 33!".

Docente hasta su jubilación, no para quieta. Cuando habla de la fundación Amadip Esment, que crearon 54 años atrás unos padres con hijos discapacitados, se le dispara el entusiasmo y el orgullo por los logros conseguidos. Es también presidenta de la Fundación Tutelar para personas con discapacidad psíquica de Mallorca desde su creación en 1986, la primera en Balears y la cuarta en España.

A Amadip Esment se le conoce por sus restaurantes.

Elegimos la restauración porque les hace más visibles y cuanto más lo sean, más confían en ellos. Es una forma sencilla y útil de respeto a la dignidad de las personas discapacitadas.

¿Cómo ha evolucionado la fundación desde que usted la conoce?

Ahora se está viviendo un buen momento, pero hemos llorado mucho. La Administración nos trataba como a pedigüeños, y hemos pasado de ser vistos como organización de beneficencia al tema de las subvenciones, que es un arma de doble filo; ahora estamos en la concertación de plazas. Hoy estamos al 50 por ciento de autofinanciación y nuestro ideal sería potenciarlo. Lo estamos consiguiendo gracias a proyectos de restauración, producción de vino, aceite, limpieza... Es un gran impulso la ley del Tercer Sector con apoyo de todos los partidos. Se ha elaborado escuchando las necesidades. Nos han escuchado a todos.

¿La Administración reaccionó a partir de la presión privada?

Hemos sido un motor fundamental. Estaba todo por hacer. Recuerdo cuando llegué al piso de la calle Bosch, con goteras y donde ya había una imprenta. Las personas con discapacidad seria estaban en el psiquiátrico. Luego vino Son Tugores. Se dio sintonía entre el comité de siete personas, los familiares, la gerencia y los trabajadores.

Y del piso con goteras a Son Rullán, un centro ocupacional y viviendas dignas y modélicas. Parece que estamos en Dinamarca. ¿Dónde está la clave?

La Escola de Son Rullán es transparente. Es un símbolo de nuestra manera de hacer las cosas. Hay 1.100 personas atendidas, 800 trabajadores. Creo que el éxito de Amadip estriba, por un lado, en sus valores fundacionales que tuvieron clara la defensa de los derechos a las personas con discapacidad, huyendo de conceptos como caridad y, por otro lado, la adaptación de esos valores a una gestión rigurosa y transparente. Sin olvidar al patronato de la Fundación y a los voluntarios, referentes emocionales.

A la marginación física, hay que sumarle el menosprecio lingüístico.

Que afortunadamente ha cambiado. Cuando entré se llamaba asociación mallorquina pro subnormales. Eran vistas como personas dignas de compasión, de beneficencia y muchos padres ocultaban a sus hijos 'diferentes'.

Usted preside la Fundación Tutelar para personas con discapacidad psíquica de Mallorca. El debate está en su derecho a votar. ¿Pueden hacerlo?

Si está incapacitado, no, aunque es el juez el que determina si la incapacidad les permite o no votar. Existen además las figuras de los curatelas, que son los administradores de bienes de personas con discapacidad. Es un tema muy complejo, con un gran debate detrás. Incapacitar a un hijo cuesta mucho, pero según los casos, es una medida de protección hacia ellos.

¿Dónde está la raya de la normalidad? ¿Quién puede determinarla?

Son preguntas muy difíciles de contestar. Por mi experiencia, en lo emocional, las personas con discapacidad son antenas parabólicas; lo captan todo.

¿Qué ha aprendido de ellas?

A romper los esquemas. Se me han abierto ventanas inimaginables. Todos los proyectos de vida son importantes, tanto el de un premio Nobel como el de una persona discapacitada.

¿Las mujeres discapacitadas aun lo son más? ¿Se han dado casos de violencia de género?

¡Aquí no, incluso hay más mujeres trabajando! Pero no tengo datos. En Amadip tenemos un programa de formación y detección de violencia de género. Es muy importante que los tutores detecten, custodien y avisen de cualquier anomalía.

¿Es utópico hablar de integración en Balears?

En las escuelas depende de la sensibilización pero, en líneas generales, se ha avanzado; hoy se habla de inclusión, que sí se consigue cuando son pequeños, pero ya es más difícil a partir de 10-11 años, que se juntan los afines; ¡como hacen los otros!

Amadip no para. ¿Qué nuevos proyectos alberga la fundación?

Estamos muy contentos porque vamos a hacer una escuela de formación y viviendas en Inca, y en Palma acabamos de firmar para abrir un centro de día con necesidades de apoyo en Son Forteza. En s'Arenal vamos a tener un centro de día para personas con necesidades. ¡Estoy orgullosa de Amadip!

Compartir el artículo

stats