Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Palma a Palma

Viento en la ciudad

Viento en la ciudad

Dentro de la ciudad, el viento tiene poca personalidad. Resulta difícil adivinar si es de Norte, si es Migjorn o Xaloc. Lo apreciamos como una molesta alteración del orden. Papeles que vuelan, bolsas de papeleras volteadas, golpes secos de persianas, a veces incluso chispazos en los cables eléctricos. Parece como si fuese un fenómeno exterior, que se aprecia solo por sus efectos.

Pero cuando estás en el campo o en el mar, el viento se revela tal como es. Adquiere la dimensión de un personaje mitológico. Nos convierte en juguete de sus caprichos. Se alza como un gigante y nos pone en nuestro lugar dentro del universo. Que es diminuto.

Es por ello que también conviene buscar esa majestad del viento dentro de la trama urbana. Porque la contradicción entre su fuerza y la sensación de estar protegido por la ciudad puede resultar incluso agradable.

A los degustadores del viento les aconsejo, por ejemplo, acercarse al puerto. Hoy en día es bien fácil dar con pantalanes llenos de embarcaciones de recreo. Yates amarrados que tiemblan como caballos asustados ante los embates de Eolo.

Si uno se coloca cerca, entonces escuchará uno de los sonidos mágicos del viento. Su aullido espectral al pasar por todos los palos de las embarcaciones. Es casi una música eólica. Como aquellas arpas de viento que inventaron los antiguos. El viento deja de ser una cosa de bolsas y papeles. Se convierte en un personaje de epopeya.

El gemido del viento adquiere diferentes acentos. A veces parece salir de una película de miedo. Es anunciador, insinuante. Como la inminencia de un ser sobrenatural. Pero en otras ocasiones se encrespa. Se enfada. El viento se muestra rudo, agresivo. Nos recuerda los pasos del Cabo de Hornos. Nos hace imaginar olas gigantes, encrespadas y llenas de espuma.

A veces, el viento rasgado por los mástiles parece hablar. Modula y cambia de intensidad. Como si nos estuviera transmitiendo un mensaje antiquísimo. Un secreto.

El viento nos habla de las cosas de la naturaleza. Pero también tiene algo de acontecimiento psíquico. Allí reside su poder.

Compartir el artículo

stats