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Santa Catalina quiere vecinos más amables

Personas mayores de esta zona y del Jonquet trabajan para mejorar la convivencia en sus barrios

Magdalena, Pedro, Rosa, Toñi, Carlos, Clara, Joana, Miquel y Pilar posan ante el centro de salud de Santa Catalina. Guillem bosch

Los mayores de Santa Catalina y es Jonquet quieren sentirse cuidados. Quieren seguir formando parte de la vida del barrio, pese a que la gentrificación les ha impuesto otra realidad. Quieren que el resto de vecinos, los de siempre y los recién llegados (que son muchos en los últimos años), les conozcan y se preocupen por su bienestar. Que si lo necesitan, puedan sentarse en uno de los muchos bares. Y que les ofrezcan un vaso de agua. O si van cargados con la compra, que alguien se preste a ayudarles... Por ello, diferentes colectivos han unido esfuerzos y se ha puesto en marcha la campaña Sempre amables amb la gent gran, dirigida a los negocios de la zona, pero también a las comunidades de propietarios.

"El atractivo de Santa Catalina y es Jonquet es cultural y lo que no puede ser es querer este atractivo y no cuidar a la gente del barrio, que es su patrimonio", explica Carlos Vecina, coordinador del proyecto comunitario intercultural ICI Palma, desde donde se ha impulsado esta campaña de convivencia, con la colaboración del Ayuntamiento de Palma y la Obra Social La Caixa. Para explicar en qué consiste, Vecina pide a varios de los implicados en la campaña que acudan a la cita con este diario, y la respuesta denota su activismo. Además de un grupo de mayores de Santa Catalina, es Jonquet y avenida Argentina, asiste la farmacéutica Clara Frau y su compañera en el grupo de educadores GREC, Toñi Segura.

La preocupación por la transformación que Santa Catalina estaba sufriendo por la gentrificación motivó que se llevara a cabo un estudio entre los mayores para saber cuál era su situación. El objetivo era doble: prevenir su aislamiento y recobrar su protagonismo en el barrio.

Los que llevan toda su vida en Santa Catalina y es Jonquet han visto cómo se iba transformando la zona y cómo los comercios tradicionales han dado paso a otro tipo de negocio y cómo se ha encarecido todo. Conviven con el tardeo, con aceras invadidas por terrazas, con nuevos vecinos de otros países... Para Miquel Coll, que se siente catalinero, aunque hace años que ya no reside aquí, la zona se le antoja "una minisucursal de guirilandia". No es el único que lo piensa. "A la plaza ya no puedo ir a comprar, es de elite, fibla", afirma Joana Maria Ferrer. Ella ha ilustrado los carteles que se repartirán por los establecimientos y comunidades de vecinos. Como ella, hay unas 40 personas que de forma voluntaria dedican parte de su tiempo a este proyecto. Pedro Astori, otro de los vecinos, cree que esta iniciativa "debería ser un ejemplo para otros barrios".

Unas 70 adhesiones

Sin que se haya emprendido una difusión en serio, ya hay 70 establecimientos que se han prestado a 'ser amables' con la tercera edad. Después de Navidad quieren contactar con muchos más. Su colaboración se señalizará con un cartel o una pegatina. El centro de salud, las farmacias, el restaurante sa Llimona ya son parte de este mapa de recursos.

Desde su mostrador, Clara Frau ya había observado que los clientes más mayores habían dejado de acudir a su farmacia y tiene claro que "el punto crítico llegó con el alquiler vacacional". "O todos se han ido a residencias o los han sacado de sus pisos", añade. Y Pedro lo corrobora, "si antes había alquileres por 250 euros mensuales, ahora superan los 1.000 euros".

Pilar Díaz, portavoz del club de la tercera edad de avenida Argentina, y Magdalena Moragues y Rosa Salas, en representación de es Jonquet, pertenecen a este grupo de vecinos, mayores y muy activos, aunque cada vez sean menos en sus barrios. "Podemos pasar la vida hablando de ello o hacer algo positivo", explica Carlos Vecina sobre todo lo expuesto. Y queda claro cuál ha sido su elección.

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