Tras la penumbra fue llegando la luz, paulatinamente, cada vez más colorida, resplandeciente, con la silueta del rosetón mayor de la Seu más nítida a medida que se iba acercando a la parte inferior del rosetón menor. El espectáculo lumínico de la Catedral volvió a cautivar ayer a las más de 3.000 personas que a las 8,30 miraban impactados el fenómeno que se produce cada 11 del 11 y el 2 del 2 en el templo palmesano.

Son los dos días en los que la proyección tangencial de ambos vitrales es más exacta, aunque el reflejo de un rosetón debajo del otro en el interior de la fachada principal también se produce este lunes a la misma hora, siempre que haga sol.

Como ocurrió en la espléndida jornada dominical, que al ser festiva congregó a una multitud, la mayoría residentes aunque también turistas, desde primera hora de la mañana.

A las 7,30 fue abierto el portal lateral de la plaza de la Seu y ya había gente esperando, por lo que la iglesia se fue llenando rápidamente. Media hora después, la cola llegaba al Portal de l?Almoina (el principal) y el interior estaba abarrotado, aunque no hubo que prohibir la entrada de nadie, ya que el aforo fue controlado por la seguridad del recinto.

Grupos de amigos, familias con niños que no sabían qué ocurriría en ese lugar tan grande, muchos jóvenes -algunos tras una noche de marcha-, parejas, cruceristas de los barcos que hay en el puerto y todo aquel que no quiso perderse este excepcional efecto visual dieron la espalda al altar mayor de la Catedral para poder contemplar la denominada Festa de la Llum formada por las más de mil piezas de cristal de colores del enorme rosetón.

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