En Santa Catalina es imposible encontrar una vivienda de alquiler de larga duración por debajo de los 600 euros al mes, y si la hay, es de dimensiones muy pequeñas. La mayoría no bajan de los 1.200-2.000 euros, una consecuencia de la intensiva inversión inmobiliaria en esta zona en los últimos, según ha constatado Palma XXI, entidad que ayer presentó su estudio sobre la gentrificación en este barrio, donde cada vez es mayor la presencia de residentes de origen extranjero y de mayor poder adquisitivo.

El equipo redactor del Estudio sobre la gentrificación en el barrio de Santa Catalina ha analizado las ofertas del mercado publicadas en el portal Idealista y ha constatado que esa oferta se concentra en los alquileres de 1.200 a 2.000 euros al mes, explicó ayer Carlota Cabeza, miembro de este equipo.

En cuanto a la compraventa de inmuebles, en la que quienes venden son mayoritariamente españoles y ya casi la mitad de compradores son extranjeros, la oferta también se concentra en viviendas de más de 300.000 euros.

En cuanto al alquiler turístico, en Santa Catalina se está cobrando por un apartamento entre 80 y 100 euros por día y más de 400 euros diarios por una casa o los 700 por los que se alquila todo un edificio, también por día, incidió Cabeza.

Toda esta situación, en palabras de Jaume Garau, presidente de Palma XXI, es consecuencia de la gentrificación, del incremento de población extranjera con mayor poder adquisitivo y de la disminución de los residentes locales, que se ven expulsados a otras barriadas.

En este punto, Garau destacó que la Oficina antidesahucios de Palma ha atendido 29 casos en Santa Catalina desde 2015, de los que 18 eran familias con niños.

El presidente de Palma XXI desglosó el crecimiento demográfico entre 2004 y 2016. Según las cifras, Santa Catalina ha pasado de tener 7.198 residentes españoles a 6.365, mientras que los extranjeros casi han duplicado su presencia: de 1.492 a 2.713.

El barrio marinero, de población familiar, ha cambiado a un barrio que tiene la función de ocio nocturno, lúdica para toda la ciudad", y en el que más del 42% de sus residentes son personas que viven solas. De los que han llegado al barrio, la mayoría son de origen nórdico, con hábitos diferentes y "una vida más cosmopolita", describió Garau.