Por fin la conselleria de Medio Ambiente aporta algo de luz al despropósito en que se ha convertido la gestión de un material tan sensible como la uralita con amianto, un tóxico que puede provocar cáncer si se manipula una vez roto, que sirve de tejado a las infraviviendas de Son Banya. Falta de transparencia es lo mínimo que se puede afear al Ayuntamiento en un asunto que afecta directamente a los vecinos del poblado, que han tenido que moverse por su cuenta con un abogado para proteger la salud. El mismo consistorio que contrató a una empresa especializada porque la ley obliga a manipular el fibrocemento con garantías (los operarios con buzos blancos y mascarillas que aparecían en las fotos), lo dejó luego a la intemperie, y al alcance de cualquiera. El mismo consistorio que envió las palas a proseguir el desmontaje de las casas, suspendido por culpa de los disturbios, afirmaba desconocer el origen de las placas apiladas, envueltas y marcadas con el sello de peligro. El mismo ayuntamiento que hace unos días decía que era una uralita moderna sin amianto dice ahora que la retirará con precaución. Muchas versiones para salir del paso y no reconocer que no se ha actuado como toca.