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Controles sí, ridículos no

Controles sí, ridículos no

Cuando me contaron que Gaspar Bennazar consiguió que el Passeig Sagrera se construyera en una sola noche, la noche de San Juan de 1910, me pareció una hermosa historia. Al parecer, el arquitecto municipal quería sorprender a la gente de Palma y que se despertaran con un regalo para su ciudad, un complemento ideal para la Exposición de Productos de las Baleares que estaba a punto de inaugurarse en las inmediaciones. Pongan que además de esa noche estuvieran trabajando algunos días antes para los preparativos. El resultado sería el mismo: un paseo que ha durado, con algunos retoques, más de 100 años, por ahora.

La pregunta que me hice y que me hago es: ¿Sería posible crear algo así hoy en día? ¿Cuánto creen que se podría tardar hoy en planificar, conseguir financiación y construir un Paseo Sagrera? Les contesto: quizás no bastara una legislatura y a la siguiente, borrón, cuenta nueva y adiós paseo.

Hoy en día la administración parece que anda con pies de plomo, pero tan de plomo, que en demasiados casos no se mueven.

Está muy bien que se controle en qué y cómo se gasta el dinero público para evitar corruptelas pero no nos deberíamos pasar de frenada, porque en la administración pasarse de frenada puede suponer la parálisis.

Parece que la dirección general de Igualdad de l´Ajuntament de Palma consiguió lo difícil, el dinero para la compra de pisos destinados a mujeres maltratadas, pero no consiguió lo fácil, un tipo de contrato de compra para hacerlo realidad. Increíble pero cierto. Los pliegos de compra, de contratación, o de adjudicación se ve que son ahora legajos jurídicos a los que nadie se atreve a meter mano y si lo hacen, quizás haya otro sustrato técnico que vuelve a pararlo todo y vuelta a empezar. Y claro, el funcionariado no da abasto, revisión sobre revisión.

Hartita se quedó también, por ejemplo, Salud Deudero, y dimitió de la dirección del Centro Oceanográfico de Balears, con sede en Palma. Se cansó de extender informes y más informes mientras perdía a chorros el dinero para investigaciones por culpa de tanto control inútil.

Ya está claro que había que evitar añadir más a los incontables casos de corrupción, pero convendría reflexionar y modificar aquello que con buenas intenciones lo inmoviliza todo. Porque no hay mayor corrupción que unos funcionarios o unos políticos paralizados o haciendo rayas en el agua por culpa de sus propios mecanismos de control.

Me contaba un amigo que trabajaba en una delegación de una empresa pública que, con la intención de ahorrar y controlar, las compras de los materiales de papelería se habían centralizado en Madrid. Cada año les hacían llegar decenas de paquetes. Eso comportaba un problema de almacenaje y de operatividad ya que faltaban cosas que necesitaban y sobraban otras de las que había que deshacerse.

Estaría bien dejar respirar al personal técnico y administrativo sin que sientan el aliento en el cogote de los controles inútiles que paralizan.

Conclusión: Controles sí, pérdidas y ridículos no, por favor.

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