En Palma cohabitan con sus ciudadanos dos tipos de ratas, la con razón denostada rata de alcantarilla (Rattus norvegicus), no en vano es un agente trasmisor de múltiples enfermedades, y la mejor vista rata de campo (Rattus rattus) que, como explica Alberto Chordá, responsable de Lokímica en Balears, la empresa encargada de las campañas de control de estos roedores en Ciutat desde el año 2013, "es más aérea, pone sus nidos en las copas de los árboles o palmeras".

Lokímica, que controla también que la población de estos prolíficos animales no se dispare en los municipios de Manacor, Calvià, Marratxí, CalviàMarratxíFelanitxtrabaja con la premisa de la prevención, de que en esta lucha hay que adelantarse al problema.

"En primer lugar, hay que tener un buen conocimiento de la problemática específica de cada municipio en el que actuamos. Realizamos una inspección visual del alcantarillado y colocamos rodenticidas (pesticida usado para matar roedores). Tanto el nivel de ingesta de estos cebos como la presencia de excrementos nos dan una pista del número de ejemplares que puede haber en ese punto", explica Chordá, que recalca que estas actuaciones deben repetirse al menos en tres ocasiones a lo largo de un año.

Las ratas tienen un objetivo claro en su vida:contar de un buen sitio en el que esconderse en el que dispongan de comida para alimentarse y de agua con la que hidratarse. Por ello este especialista aconseja como mejor medida para evitar la proliferación de estos roedores ponérselo difícil a la hora de conseguir alimentos.

"Hay que respetar los horarios de recogida de basuras y evitar en la medida de lo posible dejar restos orgánicos en calles, parques y jardines", señala aludiendo a aquellas personas que dejan alimentos para animales vagabundos sin ser conscientes de que en muchas ocasiones los que se benefician de ellos son las ratas.

Este técnico, que lamenta que la presencia de estos animales en parques y jardines se ha generalizado, fundamentalmente por las personas que acostumbran a realizar celebraciones en ellos dejando después grandes cantidades de comida y bebida, revela que aquí actúan de manera diferente.

"Colocamos cajas de portacebos con rodenticidas que anclamos en lugares escondidos, entre el follaje. Se trata de unas cajas con unos agujeros de entrada y de salida muy pequeños por los que solo pueden acceder ellas. Además, el raticida tiene un sabor amargo que resulta atractivo para las ratas, pero no para otros animales. También tiene unos colores muy llamativos que desaconsejan su consumo", explica este especialista todas las precauciones que se adoptan para evitar una ingesta accidental de estos cebos por parte de otros animales domésticos o incluso de personas asiduos de esos parques y jardines.

Ya para concluir, Chordá admite que su "talón de Aquiles" en la lucha contra las ratas son los solares de propiedad privada que están totalmente vallados y a los que no pueden acceder. "No podemos saber si han establecido allí una colonia sin ningún tipo de freno", acaba recordando que se trata de unos animales que, a las ocho semanas de vida, pueden tener hasta siete partos al año con camadas de hasta catorce crías.