Endesa vuelve a ser, desde ayer, y a todos los efectos, la propietaria del edificio que, hasta 2008, fue sede de la compañía eléctrica. La década en que el inmueble ha permanecido cerrado ha sufrido un imparable deterioro, visible desde el exterior, con numerosos cristales rotos y pintadas. Recién desalojado el edificio estuvo varios años en una especie de limbo jurídico.

La asunción de la propiedad a partir de 2011 por parte de Cort no cambió su situación y el expolio fue constante. Desaparecieron muebles y la práctica totalidad del cableado eléctrico, e incluso se encontró en su interior un cadáver por sobredosis.

El gobierno municipal de Mateo Isern lo tapió y en el actual mandato se procedió a la habilitación de la planta baja y la limpieza del resto con personal y un programa del SOIB, en un intento de darle una función para frenar su deterioro. Ahora la compañía eléctrica deberá asumir su mantenimiento, su vigilancia y conservación.