Palma es un cuerpo humano con sobrepeso. La grasa es la gran cantidad de tráfico que absorbe. Los carriles son las arterias de ese cuerpo, que está engordando de modo preocupante para su salud y lo nota en forma de atropellos, contaminación, menor calidad de vida, dependencia de los niños porque no pueden ir solos por la calle, aislamiento de los ancianos por el mismo motivo y decenas de consecuencias negativas.

Cuando cualquier médico diría que hay que hacer ejercicio y cambiar de hábitos alimentarios, aparece la administración y compra ropa de una talla más grande para que el cuerpo esté cómodo. Vianants en Lluita utiliza esta metáfora para explicar qué ocurre en la ciudad y cómo curarla.

La asociación que lucha por los derechos de los peatones quiere recuperar espacio público para ellos en detrimento del coche, "que ocupa el 80% pese a que la mitad de los desplazamientos son a pie", como afirma la presidenta, Alejandra Araya. "Todos somos viandantes, pero es el colectivo más olvidado y vulnerable, ya que no hay una concienciación sobre la necesidad de protegerlo, de ahí que la dejadez de los organismos provoque que la ciudad sea cada vez más insegura para el peatón", en palabras de la portavoz de la entidad, Sonia Jichi.

El secretario, Mariano Reaño, añade que "caminar debe primar sobre cualquier otra movilidad, porque es la más sostenible, pero se enfrenta a la cultura a favor del automóvil. La gente quiere llegar en coche a la puerta de casa o el trabajo, por lo que los políticos no adoptan medidas valientes, ya que no se sienten respaldados", según su opinión. Y Araya pone un ejemplo sobre las paradojas de la movilidad: "Los comerciantes piden más carriles y parkings para que los clientes lleguen a la puerta de la tienda y ese mayor flujo de vehículos hace que las calles sean más inseguras para los niños. Por tanto, las familias van a comprar a las grandes superficies comerciales de las afueras".

Pacificar el tráfico

Vianants en Lluita no pide que toda la ciudad sea peatonal, sino pacificar el tráfico. "A corto plazo, si hay un embudo y se amplía la boca, se soluciona el problema. Sin embargo, está demostrado que si haces infraestructuras para coches, habrá más automóviles, y si los cambios benefician a los peatones, habrá más viandantes", compara. Por este motivo, una de sus principales reivindicaciones es convertir Palma en Ciudad 30, es decir, que la velocidad máxima permitida sea 30 kilómetros por hora. Aunque "poner señales sin modificar el viario ni controlar los excesos de velocidad es una medida retórica que de nada sirve", advierte Reaño.

Debido a ello, tendría que ir acompañada de más actuaciones, como pintar pasos de cebra cada 200 metros, crear pasos elevados en las calles donde hay tramos rectos que invitan a correr, que los llamados semáforos a demanda se pongan en verde en cuanto aprietas el botón, que haya aceras en barrios como Establiments y Gènova, ensancharlas en otras zonas, multar a quienes aparcan sobre ellas, etc. "Se trata de poner facilidades al peatón y barreras al coche para reducir la inseguridad y la velocidad, debido a que si se produce un atropello, disminuye de forma evidente el número de muertes", destaca la portavoz.

Palma no es Copenhague

Pese a que el gobierno del Pacto tiene un modelo de ciudad que defiende la movilidad sostenible, las medidas implantadas hasta ahora "han sido tímidas" y Palma "se parece más a El Cairo que a Copenhague", tal como lamentan desde Vianants en Lluita. No solo las ciudades escandinavas son un referente, ya que Pontevedra se ha convertido en un modelo a seguir para las entidades que propugnan la movilidad activa, "con el peatón como protagonista, aunque con bicicletas, vehículos de movilidad personal y transporte colectivo como complemento para grandes distancias", afirma Jichi.

Los miembros de la asociación consideran que, para llegar a esta situación, "tiene que haber un cambio en la voluntad política y en la conciencia social". Según añade Araya, "es difícil convencer a un conductor para que deje su vehículo. Por eso hay que ofrecer alternativas, pero también una campaña educativa para que vea que la nueva movilidad es mejor". Y quitar prejuicios. Como dice una frase publicada por Vianants en las redes sociales: "un país desarrollado no es donde un pobre tiene un auto, sino donde un rico usa el transporte público".

La entidad se basa en la idea del reconocido pensador Francesco Tonucci sobre la importancia de los niños en la organización de las urbes. "Cuando construyes una ciudad buena para ellos, es buena para todos. Si hay niños en la calle, jugando por ejemplo, los coches van despacio, la gente está atenta para que no pase nada y hay más seguridad", resume la portavoz. Por eso espera que Palma cuelgue algún día el cartel de Tonucci: 'Perdonen las molestias, estamos jugando para ustedes'.