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Palma a Palma

Sirenas

Sirenas

En la ciudad tenemos pocos sonidos sobrenaturales. A veces un trueno, de esos que retumban en la distancia. Un silbido del viento, cuando parece pronunciar palabras inteligibles. O una de esas explosiones misteriosas que suenan en la madrugada y que nunca sabes de dónde han salido.

Pero si hay un sonido sobrenatural por antonomasia es la sirena de las ambulancias. El diseñador de ese ulular, largo y patético, dio en el clavo a la hora de despertar sentimientos atávicos. Hacerlo triste, urgente, dramático.

Hay sirenas cortas e impacientes. Otras que parecen pronunciar una y otra vez la palabra "to-re-ro". Pero nos referimos sobre todo a esas otras que en realidad están simulando el aúllo de un lobo. Largas, estremecedoras, que despiertan los ladridos y lamentos de todos los perros del barrio.

De noche la ciudad es una realidad algo inquietante. Mucha oscuridad, luces ambiguas, gente que camina rápido. Desde la ventana, el paisaje urbano parece más lleno de amenazas que de día. Solo falta que, en un determinado momento, suene la sirena de las ambulancias.

Recuerdo una época en que vivía cerca de la ruta a Son Dureta. Y cada noche, antes de dormir o a medio sueño, escuchaba el largo ulular de las sirenas. Primero muy lejos.

Luego acercándose. Hasta sentirlas pasar Andrea Doria arriba. Con ese dramatismo y esa urgencia que denota su sirena.

Las ambulancias vagan por la noche. Lo llenan todo de sus luces destellantes y nerviosas. Nos recuerdan esa otra realidad que nos subyace. Mientras nos creemos tan seguros en nuestra casa, leyendo en la cama, viendo la tele.

Ambulancias urgentes, desesperadas. Nos traen a todos el recuerdo de que en cualquier momento la vida se puede torcer. Una enfermedad, un accidente. Y acabas en ese mismo vehículo que ahora te parece ajeno, lejano, imposible.

Cabalgando una sirena por las calles desiertas de la noche.

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