La organización juvenil independentista Arran Palma ha colocado una pancarta en uno de los campos de golf de Son Vida para denunciar el "turismo de élite", como parte de su campaña iniciada en contra de la masificación turística.

Esta iniciativa, así como la colocación de otra pancarta en la Reserva Natural del Toro, en Calvià, la han llevado a cabo en el marco de su campaña "No es turismofobia, es lucha de clases", para denunciar "la destrucción del territorio" que ocasiona el modelo turístico "depredador", han explicado en un comunicado.

La entidad independentista critica que en Mallorca hay más d 20 campos de golf que suponen "la utilización de una cantidad de agua inasumible por la isla, la destrucción de parajes naturales, así como la inutilización de suelo útil para la agricultura".

"El turismo de élite que atraen los campos de golf es un turismo adinerado que no tiene ningún tipo de miramiento en privatizar nuestro espacio público, que construye grandes chalets a zonas de gran interés paisajístico, y son los mismos que fondean los grandes yates sobre la posidonia", asegura la nota.

Arran Palma añade que: "No queremos ni la masificación turística ni el turismo de élite, porque ambos niegan nuestra soberanía".

Reclaman a las instituciones medidas inmediatas que mejoren la vida de las clases populares, prohíban los pisos turísticos, acaben con los contratos temporales, realicen inspecciones habituales en las empresas de hostelería, pongan un límite de plazas turísticas, reduzcan los campos de golf, limiten el número de cruceros y aumenten los impuestos a las empresas turísticas.

La acción de Arran en la reserva natural de El Toro motivó la rápida reacción del Ayuntamiento de Calvià, que condenó los hechos a través de un comunicado.

El consistorio expresó su rechazo ante "las manifestaciones generales en contra de una industria turística cuya actividad es eje fundamental de nuestra economía, y que, por supuesto, debe desarrollarse bajo la estricta defensa de la calidad medioambiental y la protección del territorio".

La formación juvenil, que cuenta con una veintena de miembros aproximadamente en Mallorca, tiene a la actividad turística en el punto de mira por segundo verano consecutivo. En 2017 varios jóvenes irrumpieron en un restaurante del Moll Vell con bengalas, lo que motivó una denuncia del propietario y la imputación de una docena de estos activistas.