Usuarios de la playa de Ciutat Jardí que acudieron a primera hora de la mañana de ayer para darse un chapuzón expresaron su indignación cuando se enteraron de que estaba prohibido el baño por un vertido de aguas residuales y no había ninguna señalización que lo indicase. La bandera roja empezó a ondear a las 17.30 del martes, poco después de que se produjese la rotura de una tubería de fecales. No obstante, la señal de peligro fue retirada a las 19 horas, cuando el servicio de socorrismo finalizó la jornada, y no volvió a ser izada hasta ayer a las 10 de la mañana.

Media hora antes había una treintena de personas bañándose y no salieron del agua hasta que los empleados subieron de nuevo la bandera y fueron informando desde la orilla de lo ocurrido el día anterior, cuando se rompió una canalización de la depuradora del Coll d'en Rabassa y el vertido se desvió por el torrente Gros, cuya desembocadura está junto a la playa de Ciutat Jardí y el pequeño arenal de Son Parera, lindante al Molinar. Algunos afectados se quejaron de que la señalización hubiese sido retirada o no se izase temprano por la mañana, ya que cada vez más usuarios acuden a primera hora "para evitar el calor y la multitud", según Francisca.

Son Parera, con bandera

Desde Emaya argumentaron que la bandera se quita al finalizar la vigilancia de la playa, aunque se mantiene una cinta de la Policía Local para indicar la prohibición. Sin embargo, ayer no estaba dicha advertencia en Ciutat Jardí, pero sí en la playa de Son Parera, al igual que la señal inequívoca de un gran trapo rojo sustentado con un palo, que no fue retirado en ningún momento. Los usuarios no entendían la diferencia entre ambos arenales, ya que el vertido podía afectar por igual.

El matrimonio formado por Luis y Mari llegó a Ciutat Jardí en el momento en que los socorristas izaban la bandera. Desconocían lo sucedido, pero no les extrañó porque "cada vez que pasa algo con la depuradora, como cuando hay tormenta, toda la porquería baja por el torrente hasta aquí", tal como explicó Luis. Pese a ello, los vecinos del Rafal llevan 35 años fieles a la playa del Coll.

También son habituales Fina y Asunción, y esta última sabía que el martes se había producido un vertido. "Me lo contó mi hermano y hemos venido con la esperanza de que ya estuviese solucionado", afirmó resignada. Y aprovechó para denunciar que "una de las duchas lleva rota dos semanas y los domingos hay colas enormes para limpiarse el cuerpo". En la conversación también surgió el tema de la falta de limpieza del arenal debido a la cantidad de gente que va por la noche a cenar y no recoge los residuos.