Los desalojos y derribos de más viviendas de Son Banya han quedado aparcados hasta septiembre, pese a que hay familias dispuestas a abandonar el poblado, según confirmó ayer la regidora de Bienestar y Derechos Sociales, Mercè Borràs. Las vacaciones de parte del equipo y también la falta de viviendas disponibles para el realojo han influido en esta decisión, pero desde Cort rechazan hablar de "suspensión" del plan.

Pese a que de momento no se han previsto nuevos derribos en el poblado chabolista, Mercè Borràs aseguró ayer que "se sigue trabajando" y que la primera semana de septiembre se retomará el trabajo de desmantelar casas a medida que se vayan desalojando. El parón se debe a que "hay mucha gente que se va de vacaciones y ha sido necesario hacer una reestructuración para hacer un trabajo seguro y bien hecho", explicó la concejala.

De las 45 familias con orden de desalojo, 17 se han ofrecido a abandonar Son Banya de forma voluntaria, tres de las cuales ya salieron la pasada semana, cuando se derribaron sus casas.

En estos momentos, a Bienestar le faltan cuatro viviendas para poder realojar a las familias que quieren salir de Son Banya, dos de las cuales espera recibir en breve.

Sin embargo, la falta de pisos y casas para poder cobijar a los desalojados de Son Banya sigue siendo un problema para el Ayuntamiento, por lo que ayer Mercè Borràs solicitó de nuevo la colaboración del Ibavi y del Patronat Municipal de l'Habitatge, así como de propietarios de viviendas, a quienes les conminó a ir a informarse a su departamento para despejar dudas.

También el alcalde anunció hace pocos días que había remitido una carta a las entidades bancarias para que cedieran viviendas.

Adaptación al nuevo barrio

Las tres familias que ya han abandonado Son Banya cuentan con el apoyo diario de una trabajadora social y su adaptación al nuevo barrio se ha producido con "absoluta normalidad", en palabras de Borràs.

El pasado miércoles, una vez que estas tres familias salieron de sus casas, Cort inició los derribos, tarea que se prolongó durante tres mañanas. En el lugar que quedó libre, la adjudicataria de los trabajos colocó grandes piedras para evitar que se vuelva a construir.