Fue un proceso lento, pero finalmente ayer cayó la primera. Los operarios regresarán de nuevo esta mañana al poblado para continuar con el derribo de las otras dos viviendas, un trabajo que Joan Antoni Salas, director general de Bienestar y Derechos Sociales de Cort, confía en que prosiga durante agosto con la salida voluntaria de más familias de ese total de 45 con orden de desalojo.

Pasadas las diez y media de la mañana, una retroexcavadora derribó la casa que también había sido el colmado del poblado. Durante más de dos horas, trabajadores de la empresa especializada en el tratamiento de amianto habían estado desmontando y retirando manualmente infinidad de placas de uralita de esta primera vivienda. Precisamente, los problemas estructurales con los que los trabajadores se toparon el pasado miércoles obligaron a interrumpir el derribo iniciado en esta casa.

Sin incidentes

Pero ayer, sobre las ocho de la mañana, y de nuevo bajo la vigilancia de agentes de la Policía Nacional y de la Local, con furgones controlando el acceso de vehículos al poblado, se reiniciaron los trabajos, en un clima de absoluta tranquilidad en Son Banya. Técnicos de Infraestructuras y de Bienestar, del Ayuntamiento, también estuvieron supervisando el derribo a lo largo de toda la mañana.

Además de eliminar por completo esa primera casa, los operarios comenzaron a retirar la uralita de una segunda vivienda, que se acabará de demoler hoy, y comenzarán con la tercera, según las previsiones de Cort.

Tras estos primeros derribos, se tomarán medidas para que no se vuelva a construir chabolas en su lugar, apuntó Joan Antoni Salas. Además de la vigilancia policial, con la que se controlará que no se instalen nuevos ocupantes, la empresa que realiza las obras tiene previsto colocar grandes piezas de hormigón sobre el terreno para impedir nuevas construcciones, explicó el director general de Bienestar.

Salas recordó ayer que tres familias ya habían conseguido salir del poblado y, entre sus miembros, hay cuatro menores que ya no tendrán que dormir y crecer en el poblado, así como algunas personas mayores que también habían sido realojadas. "Las familias están muy contentas porque necesitaban salir de Son Banya", aseguró el director general sobre estos primeros desalojos.

El representante de Bienestar comentó que el equipo de inserción social trabaja para encontrar viviendas que se adapten a cada tipo de familia, pero insistió a unas vecinas allí presentes, y que le reclamaban una nueva casa, que debían ser los residentes en Son Banya los primeros que busquen dónde realojarse.

De momento, 17 familias de las 45 con orden de desalojo tienen derecho a la ayuda de Cort, que les proporcionará 1.000 euros mensuales para costearse su nueva casa fuera del poblado gitano. Por ahora, el Ayuntamiento solo ha conseguido ocho viviendas para realojarlas, por lo que el alcalde de Palma, Antoni Noguera, anunció el pasado miércoles que se remitirían cartas a los bancos para que cediesen pisos vacíos.

El resto de las familias que tienen orden de desalojo y no cumplen los requisitos para ser ayudados por Bienestar "tendrán que buscarse sus soluciones y tendrán que salir de Son Banya en 2018", remarcó Salas.