No son tiendas convencionales. Cuando uno entra, por ejemplo, en la zapatería de María Bonilla o en la peletería de Manuel José, no los encuentra tras el mostrador, sino delante de una máquina de coser, cortando un retal, haciendo un patrón o lo que necesiten para realizar su trabajo artesanal. Los artículos que venden conviven en armonía con los materiales que utilizan para crearlos totalmente a mano. En ambos casos, el taller está a pie de calle, aunque en otros se halla en la primera planta o en el sótano, como el de la experta en patchwork Cineia Gomes y el de la tienda de ropa, complementos y decoración de Fernanda Isern, Chez Babu. Todos estos artesanos y varios más tienen otro elemento en común: han abierto su negocio en las galerías comerciales de los Geranis.

La mayoría lo han hecho en el último año e incluso esta semana, como María Elena Rodríguez y Daniela Giaquinta, de Madre Mía, donde tienen originales artículos de decoración y complementos elaborados con materias primas procedentes de Sudamérica. El establecimiento Precís, que surte a las joyerías de herramientas de precisión y todo tipo de material para que creen piezas artesanales, llegó hace un mes; Chez Babu, a finales de marzo; la zapatería de Bonilla, Fet a mà, en diciembre; y el peletero, hace un año. Los más antiguos son el atelier de Gomes, de hace cinco años, y la tienda s'Estel Modelisme, de Joan Riera, que hace cuatro años decidió no limitarse a vender, ya que quería tener un taller para dar clases y se mudó a los Geranis.

Época de decadencia

¿El motivo? Todos coinciden: El precio asequible y la ubicación. Tras el auge hace décadas de las populares galerías, empezaron a entrar en decadencia y los locales se fueron vaciando. "Había varios organismos públicos que atraían a una gran cantidad de gente, pero poco a poco se trasladaron. Los últimos, hace un año, los de la conselleria de Educación", como afirma Riera. Esto provocó que la afluencia se redujese de forma significativa, ya que pese a estar en el centro, entre Sant Miquel y el Olivar, los Geranis están semiescondidos. Muchos negocios tradicionales cerraron y la oferta de locales aumentó, por lo que los precios disminuyeron a la espera de nuevos inquilinos.

"Un comerciante necesita que haya mucho tránsito de personas, ya que así tiene más posibilidades de vender. Sin embargo, yo quiero cierta tranquilidad, que la zona no sea muy populosa, para que me dejen trabajar", según explica el peletero sobre la idoneidad para los artesanos de ubicarse en uno de los pasajes particulares que conforman las conocidas galerías.

Sant Miquel a 20 metros

Podría haber buscado un local en algún barrio del extrarradio, pero quería el centro porque "lo que te ahorras por un lado, tienes que gastarlo en publicidad para darte a conocer. Aquí no hace falta, la mayoría de los residentes saben dónde están los Geranis", destaca. También preguntó precios en otras zonas comerciales, como Sant Miquel, a 20 metros de su tienda-taller. "Me asusté, eran obscenos, intocables". Margalida Sans, la dueña de Precís y vecina del local de Manuel José, tampoco necesitaba estar en un lugar con gran afluencia de personas, pero sí continuar en un sitio cercano o accesible para sus clientes, tanto en transporte público como a pie o en coche. Tuvo que marcharse de su establecimiento en la Volta de la Mercè debido a que vendían el edificio entero a un extranjero y lo único que encontró "que no tuviese un precio imposible" fue la tienda del pasaje Joan XXIII.

A partir de 500 euros

Todos los artesanos preguntaron precios en otros locales del casco antiguo y salieron espantados. "En la calle Argenteria me pedían 20.000 euros de traspaso y 1.500 mensuales de renta por unos 60 metros cuadrados de nada. ¡Pero bueno, ¿qué tienes que vender para amortizarlo? Se ha perdido el oremus con los alquileres en los lugares turísticos!", exclama María Bonilla. La zapatera encontró su sitio en la isla. "Quería venir a la ciudad, al centro, a un local con espacio y luminoso". La tienda que ocupa reúne estas características y paga 600 euros al mes por más de 100 metros cuadrados.

Los precios oscilan entre los 500 y los 1.500 euros, aunque ya apenas quedan locales vacíos. Uno es el de la antigua librería Born de Llibres, que cerró el mes pasado. Se encuentra enfrente de Chez Babu, cuya propietaria dijo "sí" al día siguiente de ir a ver el establecimiento y se lanzó a la aventura empresarial. Allí vende productos creados por ella, por Jaime Enseñat y otros artesanos con materias primas isleñas y de los lugares que visita en sus viajes. Para Enseñat, "el hecho de que haya pocos turistas en los Geranis ha propiciado que los alquileres no sean excesivos. Si continúan viniendo artesanos, puede llegar a consolidarse como una zona de productos de calidad hechos a mano", confía. Lo mismo dice el peletero, "hay que incidir en ello, que se convierta en un lugar de modestos artesanos creativos".

Además, "la configuración de los pasajes permite adentrarte en la Palma tranquila y residencial, pasear sin el agobio de las calles turísticas", en palabras de Daniela Giaquinta, que recomienda ir a los Geranis a "quienes quieran comprar pausadamente artículos alternativos a las tiendas típicas".

Eventos en los pasajes

El dueño de s'Estel ha organizado una maratón de modelismo para el próximo sábado por la mañana frente a su tienda y el miércoles pasado hubo una demostración de esmalte en spray especial para joyería en el exterior de Precís. Son dos ejemplos del uso que le dan los artesanos a los espacios que comparten, aunque la mayor parte de la jornada trabajan sin descanso en sus tiendas-taller.

Algunos también dan clases, como Riera y Gomes. Los cursos de la especialista en patchwork, ganchillo y punto tienen prioridad sobre la tienda, aunque este último año ha notado que "cada vez hay más afluencia de gente, incluso turistas, que acuden a comprar material", dice quien ya lleva un lustro en los Geranis, por lo que está muy contenta con el cambio que se está produciendo.

Melicotó deja huella

Cuando los artesanos y el resto de comerciantes de las galerías bajan la barrera metálica de sus tiendas, en ocho aparecen mensajes como 'Els Geranis molen mil', 'Estima Mallorca', 'Orgull llonguet', 'Bon dia tot lo dia' y otros, además del dibujo del Drac de na Coca en el local de Gomes. Son obra de los tres socios de Melicotó, la marca isleña conocida por hacer dibujos con expresiones de sa roqueta. A finales del año pasado abrieron su tienda en los Geranis y, pese a que son diseñadores y no artesanos, también forman parte de la nueva hornada de inquilinos que están dando un impulso a la zona.

Muchos de ellos proceden de familias con varias generaciones de artesanos, como el peletero y la zapatera, aunque María Bonilla empezó de cero hace cinco años porque sus abuelos maternos, de Inca, ya habían fallecido cuando ella decidió dar un giro a su vida y seguir sus pasos. Ahora Ciutat le da otra oportunidad gracias a que la gentrificación no ha llegado a las galerías comerciales.