Joan Vidal nació hace 65 años en Binissalem y con tan solo 14, él y su familia, se trasladaron a vivir a Palma. Después de trabajar en varios hoteles y con la idea fija de no querer dedicarse a la hostelería, al final, junto con su madre y su familia, decidió emprender el proyecto del restaurante Can Pelut.

Los primeros años se especializaron en cocina mallorquina y era su madre la que estaba al mando de los fogones. Un año más tarde, decidieron cambiar y probar con la cocina vasca, la cual no arraigó como esperaban entre el público isleño y se vieron con la obligación de dar un giro radical al restaurante.

Fue en la primavera del 82 cuando Can Pelut se convirtió en el primer restaurante italiano del Paseo Marítimo de Palma. Joan Vidal, que el día anterior a la apertura del establecimiento se casaba con Margherita Runcio, su novia italiana de toda la vida. Aunque no se involucró en el negocio familiar porque era propietaria de una boutique de ropa, la proximidad con el mundo italiano de la familia de Margherita y sus dotes culinarias tuvieron una gran influencia en el local.

Por aquellos años solo existían dos restaurantes italianos en la ciudad, uno era Can Pelut y el otro La Casa Italiana, ubicada no muy lejos, en Gomila. Can Pelut es un local situado desde hace 40 años en la misma esquina del Paseo Marítimo "Este lugar no era lo que es ahora, éramos el único". Pertenecía al escultor de Felanitx Jaume Mir, que también era propietario de otros varios locales. Cuando lo compraron era un establecimiento pequeño con una escalera que bajaba a un sótano de las mismas dimensiones, ahora ya no tiene nada que ver con aquel entonces. Un par de años más tarde compraron varios locales adyacentes hasta llegar al restaurante Tapa Negra, del que también fueron propietarios durante algunos años.

Cuentan que tan grande fue la acogida que se lanzaron y abrieron unos cuantos restaurantes italianos más como La Fontana en la calle Aragón, La Fontana de calle industria y otro en la plaza del mercado del olivar , Il Panzerotto, donde servían calzzones fritas.

Al solo haber dos restaurantes italianos en la Palma no había competencia. "Antes montabas un negocio de estas características y eras tu misma competencia". Aunque esto fuera una ventaja también hubo muchos inconvenientes. Los italianos eran muy exigentes y aquí no había los productos que ellos buscaban. No había proveedores de productos italianos, ni buscador de Google, ni vuelos cada media hora. Joan viajaba a menudo a Italia y volvía con las maletas llenas de productos auténticos italianos en conservas para sus restaurantes, hasta compraba barras de mozzarella que utilizaban tanto para las pizzas como para las ensaladas. Finalmente, Vidal fue un pionero y optó por adquirir una máquina para la fabricación de su propia pasta, tortellinis en forma de triángulo, raviolis rellenos de carne, pasta para lasaña? ingredientes tan comunes a día de hoy.

La verdadera competencia llegó en el 2006 con la instauración de muchos negocios, tiendas y restaurantes. "Fue una barbaridad", afirma. Sorprendentemente, había una mayor competencia entre restaurantes italianos que entre restaurantes de comida española. "Hoy en día la mayoría de gente ha viajado alrededor del mundo y es un gran conocedor del producto, no hay nada igual a 30 años atrás". De hecho, cuando empezaron a ofrecer el plato de spaghetti fruti di mare, los clientes comentaban "esto son fideos con marisco".

Durante estos 40 años hay tantas cosas que contar que es imposible que se queden solo con una sola anécdota. En las mesas de Can Pelut se han sentado cientos de personas conocidas como políticos deportistas actrices, actores, intelectuales?

En estas cuatro décadas ha habido muchísimos cambios, y han ido evolucionando constantemente tanto a nivel personal como profesional, pero hay cosas y personas que aún hoy siguen formando parte de la familia de Can Pelut. Jorge Avelar y Moncho Herves, son los encargados del restaurante desde la apertura del negocio. Jorge tiene el logro de no haber estado ni una semana de baja en 40 años. El personal ha ido variando, pero siempre se ha mantenido el núcleo duro, y lo curioso es que muchos de los trabajadores son familia entre ellos, todos procedentes de Galicia.

Durante el año comen en Can Pelut alrededor de ochenta mil personas. El 80% de los clientes son habituales, gente que hace muchos años que lo frecuenta con sus familias, como si de una tradición se tratara. "Familias que han venido siendo una pareja de jóvenes y ahora vienen a comer aquí con sus nietos". De hecho, "muchos de estos niños tienen la costumbre de decir que no van Can Pelut, sino a casa de Jorge".

"Nunca me hubiera imaginado que estaría abierto durante 40 años". Joan Vidal hace un balance positivo de estos años, ya que ha dado vida a muchísimas familias y a la suya propia. Reconoce que han trabajado muy duro, "el mundo de la hostelería no es coser y cantar". Al preguntarle cómo ve Can Pelut dentro de 40 años nos habla de su hijo Roberto Vidal, quién de pequeño ya se familiarizó con el negocio. Roberto empezó a trabajar los veranos para sacarse un dinero extra mientras estudiaba la diplomatura de Turismo en la Universidad. Fue en Junio de 2004, cuando Roberto pasó a formar parte del negocio de manera permanente. Y aunque siempre ha sido de números y ha llevado la gestión económica del restaurante, Roberto es una de las caras visibles de Can Pelut.

Uno de los placeres de Joan y a su familia es viajar y aprovechan cualquier momento para salir a descubrir restaurantes, degustar nuevos sabores y aplicar lo aprendido en la cocina de Can Pelut.

"Somos el amigo del que te acuerdas de vez en cuando y vas a tiro seguro, el restaurante familiar de confianza". Han querido agradecer la fidelidad de los mallorquines y con motivo del 40 aniversario donando parte del beneficio de varios platos a la fundación Nazaret.